Feva dias que dubdava sobre la posibilidat d’ir a mirar la zaguer estrena de la Guerra de las Estrelas. No soi guaire seguidor dels bramius1 de Chewbacca u dels sablles de lluz, i las mias experiéncias personals de cabo d’anyo i superproduccions m’hevan deixau una fortior agra a la boca i esquiva a las ninetas. Manimenos, tenir l’estreno un par de dias antes a Fráncia va pesar a la mia decision, aixinas que el 16 de diciembre a las 21 horas mos vam pllantificar al cine de Aush, dispués d’haver crompau las entradas el mismo dia, només con siete horas d’antelacion. Va trobar a ixa facilidat ta aconseguir las entradas una mica de manca d’interés.
Con un quarto d’hora d’avança vam dentrar a una sala que ya yera a rebutir i mos vam tenir que posar en un llau entre sablles de lluz i bramius d’ixes que debevan fer con una maquinichota, perque yeran asaber que reals.
Escomença el tema principal i la gent manda callar, como si el mismismo Nino pedricador, salise a l’estrau a parlar del suyo dios, ixe respeto, ixa ánsia per no perder-se res ye una de las cosas que més me va sorprender del pase de la cinta, i talment seiga de las pocas cosas que m’infunden una sensacion de comunion i de comprension enta la gent que ye devota d’Star Wars. Puedo fer memória de marchar ta casa d’un amigo a mirar “La tornada del Jedi” en VHS en ixes 80’s que mos habllavan d’efectos especials desconoixius. Igual ye ixe recuerdo el que me fa guardar respeto per las trilogias posteriors encara que no me fayan mica grácia.
Bueno, de la cinta en si, no guaire a dir, la misma predestinacion de siempre, la misma predecibilidat que acostumbra toda la saga… Pero si que se hi troban quantas cosas que cal remarcar i que me van fer salir més contento del que me pensava, dispués en pensar-ie a l’auto ya de tornada ta casa: Primero, la estetica dels primers momentos de la cinta; ye prou positiva i desepara la pulcritud habitual d’atras cintas de la saga anteriors i mos dona una vision una mica més madmaxiana que ye d’agradeixer, pel simple feit d’estar, i de fer, més real a una pllaneta que ye un desierto. Segundo, que hi seigan Han Solo, Leia i Luke yera d’esperar, pero el tema familiar i la suya connotacion predeciblle fa perder a la cinta una valor que la mosica de fanfárria no puede remontar per mucho que mos enterem, média hora antes, de qui ye el nuevo malo mascarau. I ta acabar, i no menos important, dispués de quasi quaranta anyos podem veyer sangre, cosa que me fa pensar que posibllement dintro de atros quaranta anyos podam mirar una cinta de la Guerra de las Estrelas que se’n salga d’estereotipos bempensants i mos de una sorpresa positiva. Tendrás la sensacion d’haber viviu ya bellas escenas. I tambén tendrás ganas d’afogar en un cumo al guionista que escribe que el “Nuevo Orden” ,malo que rábia, fa petar unas pllanetas, podem dir neutrals, con la suya “nueva” arma sin razon aparent, pero manimenos pa cargar-se la que ye la base de la Resisténcia manda unas naus d’Stormtroopers? Que, per cierto, pa estar tropas entrenadas igual podevan fer bllanco bella vez.
Quiero valorar que la vision de bondat que ista saga aporta, ixa vision de caballerosidat en pérdula als zaguers tiempos i que feva dels jedis uns modelos, acaba pa yo dispués de comprobar que te puez enfrentar a un tipo entrenau a l’uso del sablle de lluz sin tenir-ne instruccion. En fin, dos horas entretenidas si no esperas atra cosa que l’Star Wars que ya conoixevam, con els suyos pros i contras de siempre. Entendent “siempre” como una generacion.
Las I Jornadas Lesbotransfeministas Arepabollo son unas jornadas, que se celebran los dos primeros fines de semana de septiembre, surgidas a partir del colectivo de mujeres bolleras de Towanda. Como nos cuentan “partimos de nuestro activismo, de nuestra experiencia vital y política habitando identidades disidentes”, para organizar talleres, charlas, comidas, cafetas y fiestas dirigidas a “mujeres, bolleras y trans de todo el Estado” durante los dos primeros fines de semana de septiembre.
Nuestro nombre Arepabollo surge de un deseo de reapropiación. Todas teníamos claro que la palabra bollo tenia que aparecer en nuestro nombre del grupo. Una compañera nuestra de procedencia latinoamericana nos explicó que allí a las lesbianas les insultan con el término arepa. Con el fin de vaciar de contenido peyorativo el insulto de lesbiana, reivindicando nuestra existencia y nuestra vida, decidimos parirnos con el nombre de arepabollo, una reivindicacion interseccional.
Acerca de las jornadas
¿En qué consisten las jornadas Arepabollo? (dónde se celebran, fechas…)
Las Jornadas Arepabollos Lesbotransfeministas dirigidas para mujeres, bolleras y trans, nacen dentro del Colectivo Towanda de Zaragoza. Éste es un colectivo LGTBQI que lleva 15? años trabajando por la diversidad y ofreciendo diversas actividades y servicios para esta comunidad.
Las jornadas se celebran en Zaragoza y abarcan los dos primeros fines de semana de septiembre: del jueves 3 al sábado 6, y del jueves 10 a sábado 13. La mayoría de los talleres se van a realizar en el Espacio Treziclo (C/ Liñán 8), local que Towanda comparte con otra serie de colectivos. También estaremos en el Solar del Conejo (C/ Coso 182) los dos sábados, donde ofrecemos una comida vegana encargada en el bar-restaurante vegano y vegetariano El Plato Reberde (C/ San Lorenzo 5).
¿De dónde surge la idea y por qué?
La idea de estas jornadas surge de algunas componentes del grupo de mujeres de Towanda. El grupo se formó hace dos años y su objetivo principal fue crear un espacio donde mujeres lesbianas pudiésemos encontrarnos una vez a la semana y compartir nuestras experiencias, nuestras vivencias y nuestras diferencias. Así, realizamos actividades internas como sesiones de autoconciencia, visualización de películas, debates, etc. Además, varias de nosotras llevábamos un tiempo participando en activismo feminista y transfeminista en Zaragoza y otros lugares como Madrid o Tafalla. Identificándonos todas como lesbianas políticas, compartimos el deseo de organizar unas jornadas a nivel estatal para crear un lugar donde reunir tanto colectivos como personas individuales, trabajando temas que nos interesan y nos afectan. A partir de aquí, lanzamos una convocatoria de asamblea abierta y se formaron las Arepabollos como un grupo de trabajo de Towanda dedicado a la preparación de estas jornadas. Así, desde principios de este año empezamos a reunirnos para tratar de darles forma, pariendo con mucho cariño este resultado del que estamos muy orgullosas. Esperamos ilusionadas que en septiembre todas las compañeras lesbotransfeministas que puedan acudir disfruten tanto de estos dos fines de semana como nosotras hemos disfrutado preparando esta programación y estas actividades.
Sobre el enfoque de las actividades
¿Qué es el lesbotransfeminismo? ¿Qué puede aportar a nuestro panorama cultural y político?
No creemos en las definiciones cerradas, ni de un concepto, ni de una identidad; no somos quién para decir qué es el lesbotransfeminismo, por lo que vamos a explicar aquí qué es el lesbotransfeminismo tal y como lo entendemos y lo vivimos nosotras. El lesbotransfeminismo es nuestro modo de vida, de situarnos en el mundo, de hacer activismo y de hacer política. Entendemos el lesbotransfeminismo como una interacción discursiva y práctica política entre el feminismo, el lesbianismo político y la lucha trans. Para nosotras, este concepto visibiliza la multiplicidad del sujeto feminista y da cuenta de la pluralidad de opresiones que existen y que sufrimos las que vivimos en los márgenes. El lesbotransfeminismo nombra, afirma y engloba nuestra posición en el mundo como lesbianas, la existencia de cuerpos disidentes, la deconstrucción del género, el cuestionamiento de la norma heterosexual y la visibilización de sus efectos violentos, la articulación de discursos minoritarios… Reivindica nuestro derecho a fluir, a cambiar, a movernos, a guiarnos por nuestro deseos, a identificarnos con una identidad, a des-identificarnos, a romper la cárcel de la norma, a salir de los modelos hegemónicos en los que no somos bien recibidas ni queremos serlo. Es el lugar donde interseccionan el color, la clase, el género, la sexualidad, la procedencia… y donde podemos convertir todas estas diferencias que nos atraviesan y que son marcas de opresión, una fuente inagotable de poder y de alegría.
Nuestro lesbotransfeminismo aporta un nuevo imaginario, una forma alternativa de entender nuestras identidades y nuestros cuerpos y una forma de vida diferente, enriquecedora y no discriminatoria. Expandimos los límites para acoger a todas las que reniegan del patriarcado, del binarismo de género, de la institución heterosexual, del capitalismo, del especismo… Y, por supuesto, aporta una forma distinta de hacer política. Situadas en el extrarradio del sistema, hacemos política con nuestra existencia, nuestras identidades y no-identidades, nuestra forma no violenta de relacionarnos y desearnos. Seguimos afirmando, incansables, como lo hicieron hace décadas nuestras compañeras feministas, que lo personal es político. El lesbotransfeminismo es para nosotras, en definitiva, ese lugar donde podemos ser quienes queremos ser, nombrarnos con nuestras propias palabras, resistir a la violencia del mundo masculino blanco heterosexual, disfrutar como se nos ocurre… y respirar.
¿Cuáles son los objetivos de estas jornadas?
Las Arepabollos hemos organizado estas jornadas con diversos objetivos comunes. El objetivo principal por el que empezamos a prepararlas fue el de traer a Zaragoza una serie de actividades y talleres que pudieran responder a nuestros intereses, abordando temas, cuestiones, preguntas y problemas que nos preocupan y afectan. Además, queríamos crear en nuestra ciudad un espacio seguro, libre de agresiones y de cualquier tipo de discriminación. Como lesbianas políticas, otro de los objetivos clave de nuestras jornadas ha sido desde el principio visibilizar nuestra existencia y reivindicar nuestra identidad, nuestras formas de vida, de relacionarnos, de militar, de disfrutar… que se apartan de los modelos hegemónicos. Al principio, las jornadas se pensaron como algo muy modesto y austero, contando solo con las compañeras de Zaragoza. Sin embargo, Towanda nos dio la posibilidad de hacer un llamamiento a diferentes colectivos a nivel estatal, por lo que, automáticamente, conocer otros colectivos, trazar relaciones con compañeras fuera de nuestra ciudad, y buscar estrategias y herramientas para trabajar juntas, pasaron a ser otros de nuestros importantes objetivos. Las Arepabollos queremos celebrar con todas nuestras compañeras que somos renegadas del heteropatriarcado, que subvertimos el género, que habitamos en los márgenes y que nos acostamos en el extrarradio del mundo con quien nos sale del coño.
Por supuesto, la palabra cuidados ha estado encima de la mesa desde la primera asamblea. Tenemos el objetivo, el compromiso ético y político y la responsabilidad de cuidar a todas las personas que vienen a nuestras jornadas, tanto a todas las talleristas que nos ofrecen actividades potentísimas de forma altruista, como a todas las compañeras que se van a acercar y alojar en Zaragoza en estos dos fines de semana para trabajar y disfrutar con nosotras. Estamos haciendo todo lo posible e invirtiendo gran parte de nuestro tiempo en que encuentren las máximas facilidades para poder venir y que, una vez aquí, se sientan cuidadas, atendidas y como en casa. La colaboración de diversos colectivos, movimientos sociales y activistas de Zaragoza está siendo un apoyo importantísimo e imprescindible para poder realizar este objetivo.
Por último, nos gusta señalar que uno de nuestros objetivos en todo momento es disfrutar. Disfrutar con nuestras compañeras y amigas durante la preparación de las jornadas, pasarlo bien en cada asamblea y reírnos de nuestros agobios de última hora, apoyarnos y ayudarnos las unas a las otras a lo largo de estos meses cargados de trabajo… así como ofrecer dos divertidísimos fines de semana a todas las compañeras que vengan a celebrar con nosotras que somos identidades y cuerpos disidentes.
Programación
Observamos mucha presencia de personas conocidas y menos conocidas en el panorama transfeminista estatal, ¿podéis explicarnos un poquito los talleres y quiénes son las talleristas?
Durante las Jornadas vamos a poder disfrutar tanto de talleres, juegos, performances, ponencias, fiestas y algún concierto. ¡Es una maravilla! los colectivos e individuas se muestran muy dispuestas e ilusionadas por venir a la ciudad a compartir con nosotras y nosotres sus conocimientos y sus sentires. Crear redes, compartir en espacios seguros, disfrutarnos en sororidad, son momentos que se viven en este tipo de encuentros tan auténticos y transgresores.
Haciendo un repaso a todas las actividades nos encontramos con mucha diversidad. Era nuestra intención y creemos que hemos podido crear un calendario muy motivador.
Comenzamos el jueves 3 de Septiembre con la inauguración y presentación del programaen el Espacio Treziclo,con invitadas poetas residentes en Zaragoza. Elvira Lozano,periodista y librera del centro social librería La Pantera Rossa. Inés Povar, filósofa activista transfeminista y Leyre Franco filósofa escritora de relatos. Con ellas disfrutaremos de un recital de poesía. Todo esto acompañado de rico tapeo vegano y nuestra barra autogestionada que estará durante todas las Jornadas en el Espacio Treziclo.
El primer fin de semana viene Diane, residente en Madrid, activista transfeminista, locutora de Sangre Fucsia y Kinky. Conocedora del juego BDSM, del cual impartirá un “Taller BDSM para principiantes”, una introducción a las prácticas sexuales no normativas dentro (y más allá) de las siglas del BDSM con especial atención a desarrollar consensos entre las personas implicadas en el juego. Esto será para un número reducido de personas donde aún es más intensa la magia de grupo.
También contamos con la presencia de “Desmontando a la Pili”,cooperativa de mujeres residentes en Zaragoza que entienden la sexualidad como parte integral del desarrollo de las personas. Ellas nos traen el “TransBolloTuppersex Anticapitalista”desde la economía social. En el que construir un espacio de seguridad donde a través de los productos eróticos, la alegría y los placeres, se desmonte la sexualidad heterocentrada y patriarcal, así como el uso capitalista del sexo.
Por otro lado, viajan desde Navarra “LumatzaNafarroa”.Colectivo de bolleras feministas de Iruña, que tratan temas muy diversos en torno a las problemáticas que nos atraviesan como bolleras y como mujeres. Hacen jornadas postporno, formaciones en feminismo y transfeminismo, ciclos de cine, charlas, concentraciones de denuncia, manifestaciones, actividades de sensibilización y fiestas feministas que son lugares de encuentro y espacios de seguridad para bolleras, trans y mujeres. Su charla debate nos interesa a las personas que nos identificamos como bolleras: “Repensando la violencia desde el bollerismo” sobre la violencia que se da en las relaciones bolleras en contextos sexo-afectivos y que tan pocas veces las nombramos y pensamos en colectivo.
Laura Bugalhoviene desde Compostela como ponente en la charla “De la lucha Transexual a la lucha Transfeminista lésbica“. En los márgenes de la sociedad las sinergias existen. Laura es activista del feminismo, el sindicalismo, el soberanismo gallego, para acabar con el racismo y la xenofobia o favor el colectivo LGTBQ+ y las personas migrantes. Años de lucha, sin descanso y desde todos los campos de batalla, en pro de un mundo algo mejor.
El “Colectivo Medeak” viene desde Donostia cargo de la “Charla PostPorno”donde se analiza la relación entre feminismo y pornografía, abordando la necesidad de trabajar desde el feminismo esta última. Este colectivo funciona desde el 2000, han peleado mucho por el transfeminismo siendo un referente que trabaja distintos ámbitos desde lo más clásico hasta la postpornografia.
En el segundo fin de semana comenzamos con un “Taller de Poliamor”.Lo trabajamos desde el grupo que organizamos las “Jornadas Arepabollos” y en el que queremos tejer nuevas redes de afectos y sexualidades trabajando y gestionando nuestras emociones para deconstruir el violento amor romántico.
Arantxa Hernández Piñero impartirá la charla coloquio “¿Y si dejan de quererme? Cómo sobrevivir a la lesbofobia familiar”. Muchas hemos tenido experiencias diversas con respecto a nuestras familias de origen y nuestro lesbianismo y no todas agradables, lamentablemente. ¿Pero cuáles son las causas de las reacciones adversas, los rechazos abiertos y/o las sutiles negaciones de nuestros familiares? ¿Cómo nos afectan en nuestras vidas? ¿Cómo los afrontamos? En esta charla-coloquio abordaremos estas y otras preguntas tratando de identificar aspectos clave de la lesbofobia (también de la lesbofobia interiorizada) y formas de desactivarla. Arantxa es profesora de la UNI de Zaragoza, doctora en filosofía, especialista en filosofía feminista, y además activista tanto aquí como en otros lugares con Canarias.
Mónica Cano, zaragozana, activista transfeminista y vegana, amante del punk y de los gatos. Es doctora en Filosofía, con una tesis sobre la filósofa feminista queer Judith Butler. Estudiando filosofía, la teoría feminista se metió en su vida como una necesidad imperiosa y, desde entonces, no se ha podido quitar las gafas violetas y ha tratado de llevar estas teorías a la práctica política. Mónica es monitora de autodefensa feminista, le encantan las artes marciales (practica kung fu y kali-eskrima-arnis) y los deportes de contacto (kickboxing), y nunca se separa de su bici. Ella se hace cargo de un “Taller Queerboxing” que proporciona herramientas físicas y psicológicas que potencian nuestro empoderamiento en situaciones de violencia.
Verónica Arauzo es activista militante por derechos de grupos en exclusión social, personas trans y trabajo sexual. Profesional independiente y Misstres en BDSM y militante de derechos sociales. Viaja a las Jornadas desde Barcelona para compartir la charla “Empoderamiento del Trabajo Sexual desde una perspectiva Anarkotransfeminista”.
AzuAtratrix viene desde Guadalaja para compartir dos actividades. “Taller de Shibari” en el que un grupo reducido aprenderemos a atar o nos dejaremos atar, depende cuál sea nuestra fantasía. Y a continuación podremos disfrutar de una “performance” en la que podremos comprobar lo que se puede llegar a hacer con cuerdas. Azues una de las organizadoras de una nueva iniciativa, Espacio Kimbaku Madrid, creada para amantes de las cuerdas en su versión más clásica. AzuAtratriz es estudiante de Yukinaga Max Sensei (al cual D. Azu considera su Maestro), fundador del CopenhagenShibariDojo, por tanto entiende el kinbaku como un intercambio triangular de energía entre la persona que es atada, la persona que ata y quien está observando la escena. También cogestiona, junto con Proa Proeza, el espacio HitchinBitchis, en su versión española, fulanas atadoras, espacio donde mujeres que atan se reúnen para compartir de modo horizontal sus conocimientos de cuerdas.
“Las 7 menos 20” es un colectivo transfeminista de Vitoria-Gasteiz y viajan hasta Zaragoza para estar al cargo del Taller “Arnés para dildo con cámara de bici”. En el que haremos arneses para dildos reutilizando viejas cámaras de rueda de bici.¿Eres ciclobollo y no sabes qué hacer con tu vieja cámara pinchada? ¡Recíclala! ¡Hazte un arnés! ¡Que placer!
Tino Mutant y Belén Zer, mecánicxs y activistas transfeministas, hacen manitas con las bicis y se empoderan con ellas frente a la dictadura machista y heteropatriarcal. Disfrutaremos de su Taller de mecánica básica de bicis. “Haciendo “manitas” con nuestras bicis”.
Por último y como cierre de talleres en las I Jornadas Arepabollos en Zaragoza tenemos el “Taller Pensando sobre el consentimiento”que estará a cargo de “Transfeminist Reading Group de la Eskalera” Una actividad para explorar y reflexionar de manera individual y colectiva las ideas que tenemos sobre el concepto de “consentimiento”. Para así, aumentar las herramientas y ver cómo aplicamos el consentimiento en nuestras relaciones sexo-afectivas.”Somos 4 feministas muy motivadas que vimos la necesidad de trabajar el tema del consentimiento sexual desde lo colectivo y lo público. Nos conocimos a raíz de un grupo de lectura y reflexión transfeminista en inglés que montamos en la EskaleraKarakola. Allí, nos enganchó mucho la lectura que hicimos de un fanzine que hablaba sobre consentimiento y nos animamos a compartirlo con otres en forma de taller”
También tendremos concierto de Akelarre con letras llenas de mensaje político transfeminista, comidas veganas y fiestas para bailotear mucho.
Actualmente, el mundo de la educación vive una importante incertidumbre, debido principalmente a los ataques neoliberales y los recortes sobre el sistema educativo estatal-público, por su endémica indefinición y burocratización estructural, así como por el olvido de determinadas bases teóricas para rearmar la educación como hecho sociohistórico de primer orden. Desde una óptica crítica se puede analizar el devenir de los modelos público-estatales desde mediados del siglo XIX hasta el momento actual, sumidos en la vorágine de otra de las cíclicas crisis capitalistas, están más sometidos que nunca a los rigores del mercado y la sociedad credencialista. No en vano, la educación es uno de los espacios sociales privilegiados para la observación de conflictos, y es por ello, que se precisa de una reflexión acerca de los orígenes históricos tanto de la universalización de la educación en el occidente europeo como de aquellas alternativas que pueden, desde una perspectiva más crítica y comprometida, retomar el ideal ilustrado de la emancipación a través de la educación.
Cuando el hecho educativo se trata de uniformar para una gran cantidad de población, sus bases acaban pervirtiéndose en favor del capital humano y el “interés nacional”, como meta productiva de los aprendizajes en una sociedad tardomoderna
Cuando se habla de educación debe hacerse desde una perspectiva integral y socialmente transversal, pues el hecho educativo es tan cotidiano que impregna la esfera social de la práctica totalidad de la ciudadanía. No debe confundirse con sus estructuras formales que por ley obligan a una escolarización controlada por agentes tecnocráticos, expertos técnicos en lo que se ha venido a llamar la Nueva Gestión Pública, de clara herencia turboliberal. Cuando el hecho educativo se trata de uniformar para una gran cantidad de población, sus bases acaban pervirtiéndose en favor del capital humano y el “interés nacional”, como meta productiva de los aprendizajes en una sociedad tardomoderna. La educación estatalizada ha tergiversado la cultura del progreso de masas por verse sometida a las exigencias de la ideología conservadora, que acaba otorgando a la productividad, la eficiencia y la calidad mayor valor simbólico que el desarrollo humanista del individuo. En suma, cuando la educación se convierte en un negocio excluyente y especulativo es necesario desarrollar una revisión de sus bases sociales y constitutivas hacia modelos más democráticos, populares y autogestionados. Para corroborar esta idea, se quiere suscitar con este análisis teórico y práctico, un estado de la cuestión que contribuya a la promoción de un nuevo ideario educativo progresista.
Arqueología de la pedagogía emancipadora
Partiendo de una necesaria revisión acerca de la historia de la educación, se pueden encontrar experiencias y corrientes de pensamiento que han abrazado otros modos de enseñar y educar sin coacción ni adoctrinamiento. Desde las modalidades educacionales del mundo clásico, pasando por la escolástica medieval y moderna, nos topamos con un punto de inflexión clave en el llamado siglo de las Luces y el pensamiento ilustrado. El origen de una nueva concepción del ser humano, del niño y de su educación en sociedad hunde sus raíces en el Emilio o de la educación de Rousseau, que abre las puertas a una percepción del hecho educativo como fenómeno central en la sociedad. Partiendo de las ideas de Rabelais, Montaigne, Locke y Godwin, Rousseau planteaba un naturalismo biológico que reconocía al niño como sujeto en sí, algo que chocaba con la concepción educativa tradicional; el reconocimiento de la infancia y sus fases evolutivas dará una nueva dimensión a su propuesta educativa. Bajo el prisma ilustrado, caracterizado por cierto naturalismo espontaneista, se considera que el ser humano se forma a posteriori a medida que va desarrollando actos en un contexto específico. A pesar de que pensadores como Bakunin criticaron su determinismo social es innegable que el bagaje rousseauniano, basado también en la observación y la experimentación del ser humano con respecto a la naturaleza, caló hondo en la obra de Pestalozzi, Froebel y Herbart; así como en futuras corrientes pedagógicas como la Escuela Nueva y experimentaciones prácticas como la escuela Yosnaia Poliana de Tolstoi y otras procedentes del mundo del socialismo utópico, como los falansterios de Fourier y la escuela de New Larnack de Owen. De estas incipientes ideas y embrionarios proyectos educativos comunitarios se extrae el paidocentrismo como una de sus principales piedras de toque, un enfoque educativo que sitúa al educando en el papel protagonista de su propio aprendizaje y que trata de estimular entornos en los que pueda libremente desarrollar todas sus potencialidades.
Ya en el siglo XIX y durante el turbulento devenir de las luchas entre liberalismo y Antiguo Régimen, y posteriormente, entre liberalismo, nacionalismo y socialismo en sus distintas variantes, se van desarrollando al calor de las revoluciones liberal-nacionales unos sistemas educativos que tratan de estructurar unas nuevas formas de encuadramiento social. Si bien y no con pocos retrasos y reticencias, se ponía un teórico fin al trabajo infantil y se reconducirá el ingreso en el mundo adulto de los futuros ciudadanos a través de las emergentes organizaciones escolares, éstas adolecían de la suficiente permeabilidad social y de un paternalismo que unía a la escuela a otras instituciones y organizaciones sociales modernas, como el cuartel, la cárcel, el hospital, los manicomios y el ejército. Los avances progresivos, plasmados en políticas como las conocidas leyes del ministro francés Jules Ferry, quedaron a la larga ensombrecidos por una pedagogía tradicional, punitiva y memorística constreñida desde el poder político y legislativo. En suma, se acabarán creando unos mastodónticos sistemas de educación universal de masas que respondían más a las exigencias socio-productivas e ideológicas que las propias del respeto al niño y su desarrollo humanista. La escuela a finales del siglo XIX se constituyó como un aparato de reproducción elitista y de exclusión social basado en la transmisión del statu quo vigente.
Los avances progresivos, plasmados en políticas como las conocidas leyes del ministro francés Jules Ferry, quedaron a la larga ensombrecidos por una pedagogía tradicional, punitiva y memorística constreñida desde el poder político y legislativo
Pronto surgieron corrientes críticas contra el formato punitivo e impuesto de la educación en el occidente Europeo y en Norteamérica. La llamada escuela tradicional se enfrentó a la corriente de la Escuela Nueva, que desde ambos lados del Atlántico promovió una concepción educativa y pedagógica alternativa y progresista. Destacó en EEUU la figura de John Dewey quien, imbuido del característico pragmatismo americano de la época y una ideología avanzada, plasmó como pocos un compromiso por el cambio pedagógico ligado a su vez con el consiguiente cambio social. El activismo educativo de Dewey y su concepción pedagógica, que puede seguirse a través de Democracia y educación, se centran en una suerte de naturalismo biológico y en el método del problema, es decir, una estrategia que hace valer las experiencias reales de los niños para la resolución de los conflictos de su entorno de una manera consciente. Desde Europa, los principales promotores de la Escuela Nueva o Activa, Décroly, Ferrière, Cleparede, Montessori o Kilpatrick, plantearon una dura crítica frente a la institución escolar vigente. Como sus homólogos norteamericanos, el movimiento europeo desde una visión paidocentrista, situaba al educando en un lugar protagonista dentro de su enseñanza, la cual debía estar íntimamente ligada a la realidad social circundante. Décroly aportó al futuro de la pedagogía la globalización de los contenidos curriculares, de tal forma que el conocimiento no quedaba parcelado en disciplinas sino que se primaba su combinación y una conexión con la vida apoyada en núcleos temáticos significativos. Junto a estos aportes encontramos el método de proyectos de Kilpatrick, con el que se intenta realzar la libertad y la responsabilidad individual y grupal respetando a su vez los ritmos de cada estudiante. El conjunto de la Escuela Nueva abrazó la experimentación psicológica y educativa para generar espacios de aprendizaje y métodos de enseñanza divergentes a los tradicionales. Esta impronta impregnará a las generaciones pedagógicas posteriores y a los futuros sistemas educativos del siglo XX, que no siempre las utilizarán de modo neutro y no instrumentalizado.
Educación y movimiento obrero
El largo siglo XIX y el desarrollo de las ideologías obreras producirán también experiencias prácticas de educación alternativa que se une al compromiso por el cambio social. El socialismo utópico se reelaboró para el mundo pedagógico bajo un tamiz libertario que cristalizará en proyectos tan relevantes como el orfanato Prévost de Cempuis de Paul Robin. Robin entendía que si la escuela respeta la naturaleza intrínseca de los niños, ésta puede funcionar como un instrumento de emancipación. Sobre esta base edificó un ideario teórico y práctico de educación integral, antiautoritaria e igualitaria, apoyando a su vez el internacionalismo pacífico y la liberación de la mujer. La educación en Cempuis se basaba en una combinación de educación intelectual-científica y física que mediante el método experimental inductivo hacía de la observación y el descubrimiento la senda de los aprendizajes. La viabilidad del proyecto alternativo de Robin, desarrollado entre 1880 y 1894, causó sensación en su época, para bien o para mal, pues defendía la coeducación y el rechazo de los libros y los castigos, generando simpatías y odios por igual en la sociedad decimonónica finisecular. Su legado caló hondo y se dejó sentir en posteriores experiencias de educación libertaria y antiautoritaria, como La Colmena de Faure, la Escuela Moderna a cargo de Ferrer y Guardia y experiencias del periodo de entreguerras como por ejemplo las escuelas experimentales de Hamburgo o la educación popular-revolucionaria del periodo de las colectivizaciones durante la guerra civil española.
Faure consagró buena parte de su vida a la militancia, pues fue un prolífico intelectual cofundador junto a Louise Michel de Le Libertaire y otros tanto periódicos y obras integrales como la Énciclopedie anarchiste de 1934. Durante su vida tuvo la oportunidad de desarrollar el proyecto de La Colmena (La Ruche) en Rambouillet, desde donde promoverá una modalidad educativa basada en dos principios: la promoción de aprendizajes variados y prácticos así como el establecimiento de relaciones de solidaridad tanto dentro de La Ruche como con respecto al resto de la sociedad. El mismo Faure afirmaba que La Ruche no era una escuela, ni un internado, ni un orfanato sino “es al mismo tiempo que una obra de solidaridad, una especie de laboratorio donde se experimentan métodos nuevos de pedagogía y de educación”. Esta atípica escuela, impregnada del espíritu “mesiánico libertario” y del neomaltusianismo de la época, pervivió hasta que en 1917 fue clausurada por el gobierno francés en pleno contexto de la Gran Guerra. Sobre un proyecto educativo articulado a modo de cooperativa integral se impartían distintos tipos de instrucción, más general o bien más técnica, organizadas a través de talleres que con el tiempo se convirtieron en un sistema de autoempleo para los antiguos alumnos y de autofinanciación, pues sus manufacturas se vendían a los sindicatos anarquistas de Paris. La idea de Faure rechazaba en suma los premios y castigos al considerar que el papel de la enseñanza consiste en tratar de desarrollar en plenitud las capacidades físicas, intelectuales y morales de los niños.
Práctica educativa libertaria en el estado Español: Ferrer y Guardia.
Las conexiones políticas, y en suma pedagógicas, del tridente Francia, España e Italia de finales del XIX y principios del XX, hizo que casi en paralelo se diera el proyecto educativo integral, racional, mixto y científico de Ferrer y Guardia en la Escuela Moderna de la calle Bailén de Barcelona desde 1901. La máxima de esta escuela, que sobrevivió como otros ejemplos hasta que la represión se cebó con ellas, era una propuesta educativa antiestatal, anticlerical, no competitiva, ni punitiva ni evaluativa. Como en otras experiencias, la conexión con el medio socio-político y el contexto real de los niños se convertía en un medio de descubrimiento y formación caracterizado por plasmar una suerte de política prefigurativa escolar mediante la educación de sexos y clases, el respeto a la libertad y la creatividad, así como el cuidado de unas relaciones afectivas solidarias. Ferrer realzó la importancia de la vertiente emocional, individual y colectiva, promoviendo interacciones sustentadas en la confianza, el compañerismo y la camaradería. También supuso una evolución su uso de materiales y recursos pedagógicos, franceses principalmente, para provocar situaciones de aprendizaje y de indagación empírica complementadas con salidas al campo y a distintos centros de trabajo conectando desde un prisma emancipador al niño con su realidad contextual. La educación de adultos y otras de las diferencias con las escuelas tradicionales, eran sus buenas condiciones materiales y el eugenismo que caracterizaba a la escuela moderna de Ferrer, frente a las condiciones miserables de la escuela nacional de la época. Ferrer plasmará como nadie hasta entonces, la vía educativa emancipadora vehiculada a través de la ciencia y la razón para alcanzar el objetivo de la Escuela Moderna, que como él mismo señalo en su programa original, consistía “en hacer que los niños y niñas que se le confíen lleguen a ser personas instruidas, verídicas, justas y libres de todo prejuicio”. Para ello, sustituirá el estudio dogmático por el razonado de las ciencias sociales. Ferrer, cuyo proyecto se cerró tras la represión desencadenada tras el atentado contra Alfonso XIII, será finalmente ejecutado a raíz de su supuesta conspiración para la promoción de la “Semana Trágica”, fundamentada en pruebas de escasa legalidad que lo llevarían a su muerte en Montjuic, iniciándose una enérgica repulsa a nivel internacional y el inicio de su aura como mártir de la educación antiautoritaria. Antes de su muerte, Ferrer fundó la Liga Internacional para la Educación Racional de la Infancia y creó la Biblioteca de la Escuela Moderna con obras como Las aventuras de Nono de Jean Grave de 1901, Sembrando flores de Federico Urales de 1906 y las obras del geógrafo libertario francés Eliseo Reclús (el cual dará nombre a la escuela fundada por Félix Carrasquer de Barcelona en 1935, promotor a su vez de la Escuela de Militantes Libertarios de Monzón).
Ferrer y Guardia realzó la importancia de la vertiente emocional, individual y colectiva, promoviendo interacciones sustentadas en la confianza, el compañerismo y la camaradería
La propuesta ferreriana encuentra su conexión con la psicopedagogía libertaria de Liebling y la idea del maestro compañero de Schimd y se ve reflejada en otras propuestas como las escuelas del self-government de Hamburgo, la no directividad de Homer Lane en la Little Commonwalth School y de Neill en su proyecto de Summerhill, además de en otras corrientes no estrictamente libertarias, como el cooperativismo freudomarxista de Freinet. Con respecto a las escuelas de Hamburgo cabe decir que se trataban de comunidades basadas en la máxima de un “laissez-faire” y la planteamiento del “pájaro migratorio” de Wyneken, impregnadas de nihilismo educativo en el delicado periodo de entreguerras alemán. Estas experiencias, con sus múltiples pros y contras, trataron de establecer unas relaciones educativas basadas en el autogobierno, la autonomía y la camaradería. Este modelo que se extendió a otras ciudades alemanas durante la República de Weimar, transformó el rol y el perfil del docente, que se convertía en un “compañero”, guía y animador no dirigista de los aprendizajes. De este modo se trataba de inculcar en los alumnos una socialización no impuesta que en el mejor de los casos pudieran proyectar en el futuro en el conjunto de la sociedad. El trabajo en el aula se fundamentaba en el trabajo por proyectos cooperativos y la libertad de elección por parte de los alumnos, tratando de limitar la distancia existente entre la escuela, la cultura y la sociedad. Estas experiencias renovadoras basadas en una disciplina de responsabilidad propia y de amor al prójimo, pudieron experimentar los límites del autoritarismo escolar y unas formas educativas tan revolucionarias como polémicas que comenzarían su declive desde 1925 al plegarse a la nueva normativa académica de 1925 y decaer hasta ser finalmente abortadas con el ascenso del nazismo.
El caso de Summerhill es especialmente reseñable, pues su fundación por Neill en Leiston (Suffolck, Inglaterra) desde 1921, ha mantenido hasta nuestros, ahora bajo la gestión de la hija de éste, Zoe, un proyecto radicalmente no directivo basado en la pedagogía de la libertad. En esta corriente pedagógica encontramos uno de los conglomerados referenciales más interesantes por combinar el sustrato rousseuauniano con el aporte libertario y del freudomarxismo psicoanalítico de Reich y Lane, inédito en el terreno educativo hasta entonces. Neill, considerado por Ferriére como “el enfant terrible de la pedagogía extremista en Inglaterra” proponía un modelo educativo antagónico al sistema educativo británico y la constricción moral impuesta por el anglicismo religioso. A diferencia de la escuela tradicional británica, Neill desarrolló un espacio en el que los niños pudieran ser respetados en su estado natural, de desarrollo autónomo y no inducidos por el presumible desarrollo que para ellos tiene reservado el mundo adulto. Denunció la represión sexual y la falta de cariño como causas de las principales patologías psicológicas de la sociedad, ya que las trabas represivas del orden económico, político y social socavan las posibilidades de llevar a cabo una revolución a nivel personal y colectivo. Es la búsqueda de la felicidad lo que mueve principalmente el ideario pedagógico de Neill y su alternativa escolar tiene como motor la plena libertad de decisión y desenvolvimiento de los niños que acuden a ella. Con ese fundamento, Neill defendía en cuanto a la felicidad en libertad que prefería “un barrendero feliz que a un Primer Ministro neurótico” al entender que “jamás un hombre feliz creó un problema en una reunión, se declaró a favor de la guerra o linchó a un negro. Ningún hombre feliz ha asesinado o cometido un robo. Ningún patrón feliz ha asustado jamás a sus empleados”.
El trato igualitario entre adultos y jóvenes será una constante orientada, según Neill, a evitar una futura “vida de inferioridad y servilismo” y a fomentar un ambiente de afecto que limite las malas conductas
La defensa de la libertad y la crítica al dogmatismo religioso y al estado capitalista impregnan las interacciones y la organización de Summerhill, basada en distintas asambleas o “meetings” en los que se discuten en comunidad todos los aspectos concernientes a la escuela y la resolución de conflictos, de manera horizontal y dando un espacio protagonista a la participación democrática y directa de los niños y niñas. Gracias a este funcionamiento, los niños y niñas de Summerhill adquirían madurez, responsabilidad y autonomía entroncando con el objetivo de Neill de alcanzar “la libertad, no el dejar hacer”. Otros elementos relevantes dentro de Summerhill son la ausencia de exámenes y calificaciones así como la posibilidad de los niños de poder asistir o no a las clases, teniendo libertad para desarrollar sus propios aprendizajes en talleres o con el contacto con la naturaleza. El trato igualitario entre adultos y jóvenes será una constante orientada, según Neill, a evitar una futura “vida de inferioridad y servilismo” y a fomentar un ambiente de afecto que limite las malas conductas. En consecuencia, libertad y amor van de la mano para el pleno desarrollo de los jóvenes dentro de esta “república de niños” defendiendo estos valores frente a la coacción y el determinismo de la sociedad. El legado de Neill se complementa con otras tendencias antiautoritarias como la de Rogers y la no directividad, que considera la empatía, la confianza así como la autenticidad personal y moral, la vía para el pleno desarrollo personal. A pesar de las críticas recibidas y del acoso administrativo, ni las inspecciones gubernamentales ni el neoliberalismo educativo de Tatcher mediante las Reforms Acts de 1988, han podido clausurar un ejemplo escolar que evidencia, a tenor de la vida adulta llevada por sus distintas generaciones de alumnos, la posibilidad de alcanzar unas realidades educativas más sanas y humanas en el respeto a la libertad del niño y el fomento de la responsabilidad y la autonomía futuras.
[Este artículo es la primera parte de un texto más amplio, cuya siguiente parte será publicada próximamente]
Desde un principio la gente que componemos Subarbre nos hemos planteado cuáles son los grandes temas que construyen la cultura sobre la que queremos pensar y actuar. En la situación actual llegamos a la conclusión de que dos de esos temas eran la deuda privada y, sobre todo, pública -en tanto que condición que nos ata a una forma de vivir en sociedad, que nos restringe a todo el mundo, en los presupuestos, en los servicios, en el disfrute del ocio y de la ciudad- y, por supuesto, el paisaje, como espacio en el que desarrollamos nuestras vidas, en tanto que obra común de una sociedad que vive en un territorio.
Tirando de ese hilo llegamos a la conclusión de que lo mejor que podíamos hacer era coger un coche y a Juan Manzanara con su cámara de fotos, y dejar que él explicara el paisaje; para ilustrar qué es la deuda y cómo nos afecta, por su parte, decidimos que la opción correcta era pedirles a la gente de la Plataforma de la Auditoría Ciudadana de Zaragoza que describieran lo que veíamos a través de la ventanilla y del teleobjetivo. Os dejamos con el resultado.
Los compañeros de Subrarbe nos han invitado a la Plataforma por la Auditoría Ciudadana de la Deuda en Zaragoza, a participar en este estreno y no podemos por menos que sentirnos alagados y con cierta responsabilidad, pero ahí vamos. Hace ya unos años, que las compañeras de la PACD Valencia iniciaron lo que ellas denominaron la “ruta del despilfarro”, mostrando los desmanes que se había producido en su ciudad. Nosotras, siguiendo sus pasos, os invitamos a hacer un pequeño recorrido por Aragón, para hacernos una idea de por dónde se nos han ido gran parte de los recursos que hoy día necesitamos para mantener nuestros servicios públicos.
“Al norte, los Pirineos”: Aramón
Una cuestión que debéis tener en cuenta es que siempre hemos contado con poquísima información. La tan cacareada “transparencia” de la administraciónn autonómica es tan sólo una ilusión en Aragón. Empezamos por los Pirineos, ¿a quién no le suena Aramón? Pues Aramón sólo es una de las siete empresas públicas relacionadas con la nieve. Empresa que ni siquiera está obligada a presentar sus cuentas en los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, porque la participación pública sólo alcanza el 50%, una estratagema para facilitar la opacidad de su gestión. Viene acumulando unas pérdidas de más de 56,5 millones de euros, contando con otros 56 de deudas con entidades financieras avaladas por todos nosotros. ¿Y sabéis cuántos empleados tiene contabilizados? Pues 46. Imaginamos que los temporales cuentan en promedio.
Si nos detenemos en cada una de las estaciones, Panticosa está en quiebra técnica, con unos fondos propios de -2,5 millones y unas pérdidas acumuladas de años anteriores de 11,8. A esto, sumémosle unas deudas con acreedores de más de 18 millones.Formigal lleva pérdidas acumuladas por 22,7 millones, Castanesa 6,7, Benasque 8,5 y así se puede seguir con el resto de estaciones
¿Salud?
Bajamos un poco y nos encontramos con el CASAR. ¿Qué es el CASAR? Un Consorcio Aragonés Sanitario de Alta Resolución que brindaba servicios médicos a los municipios de Jaca -por donde pasamos- Ejea de los Caballeros, Fraga, y Tarazona. Prestaba casi todos los servicios médicos en las zonas, salvo traumatología, que se hizo un convenio-negocio en exclusividad con la MAZ el cual nos supone en estos momentos una deuda acumulada de más de 10 millones de euros. “Claro”, diréis, “como la traumatología tan apenas se atiende en los centros médicos”… Pues eso. En estos momentos, su gestión se ha visto tan inviable que el servicio ha sido asumido por el SALUD.
Estelas en la estepa
Seguimos rumbo al sur. Pasando Huesca dos montañas de deuda flanquan la A-23, una llamada Walqa, con unos 6,3 milones de deuda, y la Plataforma Logística de Huesca, PLHUS, que a pesar de cierta oscuridad sobre sus cifras, acumula unos 40 millones de euros en un polígono fantasmal, casi vacio.
Llegamos a Zaragoza. PLAZA, SA la joya de la corona. En situación de quiebra técnica, con pérdidas acumuladas de 77 millones y un patrimonio neto negativo de -30. Fue el último gerente de PLAZA el que tuvo que denunciar las irregularidades manifiestas de las anteriores gestiones. Tuvieron que venir de la Fiscalía Anticorrupción de Madrid para investigar el caso. Cuando en 2011 pudimos tener en nuestras manos las cuentas anuales de PLAZA, ya dijimos que había “algo raro” en ellas. Ahora, cada cierto tiempo descubrimos la estafa de 50, 100 ó ya 200 millones de euros en obras facturadas (y pagadas por PLAZA) pero no ejecutadas.
‘La de todos’
La Televisión Autonómica de Aragón, S.L. Cada año nos cuesta 40 millones del presupuesto. ¿Y a qué no sabéis que el 90% de sus costes son contratos con empresas del Grupo Heraldo de Aragón? Sí, para nosotras también fue una sorpresa… En estos momentos están intentando prorrogarlos por varios años más, posiblemente temen un cambio en la gestión de la Corporación que cambie con estas prácticas.
Post 2008
Y qué decir de Expo Zaragoza Empresarial, SA. con unas pérdidas acumuladas de más de 195 millones de euros y unos ingresos anuales de tan sólo 10. Insostenible, lo miremos por donde lo miremos. La resaca de la Expo que acabamos pagando todas.
Ocupado en su mayoría el recinto de la Expo por organismos públicos (ya que se convirtió en una misión imposible el atraer entidades privadas a las oficinas que ocupan los antiguos pabellones), a día de hoy la ratio de deudas por metro cuadrado es de 780 euros. Para hacernos una idea, en la zona de la Estación de Delicias (ver artículo sobre Averly) esta ratio es de unos 360€/m2.
Motorland!
Salimos de Zaragoza, por el sur y llegamos a Alcañiz. Y ¿qué nos encontramos? MOTORLAND. Así como la EXPO fue la obra a mayor gloria de nuestro alcalde Juan Alberto Belloc, MOTORLAND se hizo igualmente para José Angel Biel, presidente del PAR. Una inversión total en activos fijos de 85 millones de euros, de los cuales, más de treinta se pagaron por los terrenos (en Alcañiz), mientras cuenta, a día de hoy, con pérdidas anuales de más de siete. A ello hay que sumar las subvenciones de más de 17 millones otorgadas todos los años para financiar un contrato con los organizadores del Gran Premio, hecho que se mantuvo secreto mientras pudieron, y muchas más irregularidades. Y todo ello financiado a través del Fondo de Inversión de Teruel.
Y también en Teruel nos encontramos con el mayor despropósito de todos: los Fondos MINER y el citado Fondo de Inversión de Teruel. Estos fondos se suponían que eran para favorecer la reestructuración de la actividad empresarial en las Comarcas Mineras. Sin embargo contamos, desde 1998, más de 1.000 millones de euros prácticamente tirados por la borda. Sí, MIL MILLONES de euros. Las empresas y proyectos que obtenían estos fondos, debían mantener su actividad 5 años y los contratos de trabajo comprometidos durante 3. ¿Cuántas de estas empresas continuaron hasta ahora? Casi ninguna.
¿Os imagináis cuántos proyectos se podrían haber financiado con todo este despilfarro?
Nos queda la indignación y casi la impotencia. Ni derecho a la información, ni a la participación de la toma de decisiones sobre cómo se invierten nuestros recursos. Ni cómo ni quién gestiona las empresas públicas, ni cómo se utilizan como instrumento para pagar favores políticos.
Creemos que otra forma de gobernar es posible. Con la participación y control de la ciuadanía, atendiendo a nuestras prioridades. La administración ha de estar al servicio de la ciudadanía y no al contrario. Y si no, ni será tan justa, ni tan del “gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Texto: Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda de Zaragoza (PACD) @nodebemosZGZ Fotografías: Juan Manzanara @jmanzanara
Este articulo parte de una perspectiva feminista o transfeminista, pues es necesario posicionarse ideológicamente. El feminismo es una actitud crítica y de acción, una herramienta eficaz para detener la desigualdad, la cual persiste aún en nuestros días, y de manera más acuciante en el mundo rural. Precisamente, lo que se pretende en este artículo es dar a conocer las problemáticas de la mujer rural aragonesa, tanto en un plano más personal, como en el laboral y en el social, en unos tiempos donde la crisis del neoliberalismo las sigue condenando a categorías inferiores que a las mujeres urbanas, ya que si se vuelve a crear trabajo se creará en la ciudades, tal y como muestra el último estudio sobre despoblación realizado por la Asociación contra la Despoblación en Aragón (2014), dejando un medio rural despoblado, sin oportunidades ni servicios.
Sumado a estas cuestiones, la población femenina de las diferentes comarcas de Aragón, se han encontrado con una posición ambivalente a lo largo del tiempo, puesto que sólo de hecho, más no de derecho, han participado en la vida socioeconómica de su entorno, padeciendo todos los inconvenientes de trabajar en casa, en la explotación familiar o en la fábrica, en su negocio, entre otros, pero ninguna de sus ventajas, ni derechos. En este sentido, la economía feminista de la ruptura es un terreno privilegiado para que ejercitemos nuevas prácticas y proporcionemos vivencias de autonomía para las mujeres.
La economía feminista de la ruptura, tal y como nos lo explica Pérez Orozco (2005) , pone en el centro del análisis la sostenibilidad de la vida. Por lo que, esta perspectiva propone una estrategia alternativa: centrar el análisis en los procesos de satisfacción de las necesidades humanas. Esto supone introducir elementos tales como el afecto, el cuidado y el establecimiento de vínculos sociales. Supone también revalorizar y reconocer la especificidad de los trabajos femeninos. Para explicar estos planteamientos, la economista Mies (2001) en su visión ecofeminista utiliza la metáfora de un iceberg, con una parte que aparece sobre el agua, que representa únicamente el capital y el trabajo asalariado, y, otra parte, bajo el nivel del agua, invisible, el trabajo doméstico gratuito de las mujeres. Se puede decir que todas las teorías tradicionales sobre nuestra economía solamente tienen en cuenta la cumbre del iceberg, limitándose a la venta de la fuerza de trabajo del adulto, generalmente masculino, por un salario. Además, en esta base invisible de la economía capitalista se cuenta también el trabajo de las pequeñas agricultoras y artesanas -que siguen cubriendo las necesidades de base locales- y los elementos naturales, hoy considerados como un bien gratuito, patentable y mercantil. De hecho, todo lo que se encuentra bajo tierra se ha convertido en un espacio a colonizar económicamente “por el hombre blanco occidental”, y aquí cobra importancia la agricultura ecológica a través de la producción de alimentos tradicionales en relación con el ecofeminismo y el feminismo que lucha por la opresión de los seres vivos no humanos.
A partir de estos planteamientos, la despoblación, el envejecimiento y el desequilibrio territorial constituyen uno de los problemas más relevantes de la sociedad aragonesa. Esto ha generado cierto desequilibrio entre las zonas urbanas, rurales e intermedias. En este sentido, la progresiva decadencia demográfica y económica de los núcleos rurales más pequeños viene motivados por el continuo trasvase de mano de obra desde las actividades agrícolas hacia el sector industrial y hacia el sector servicios de las áreas urbanas más cercanas. A esta situación ha contribuido de forma decisiva el éxodo de la mujer rural, ya que ha sido uno de los colectivos que más rápidamente se ha visto afectado por la emigración en busca de un empleo que no encontraban en su medio, sobre todo en el caso de las mujeres más jóvenes, además de buscar una mayor libertad en lo que se refiere a roles y estereotipos de género, siendo éstas las causas fundamentales de los bajos índices de feminidad, lo que repercute claramente en la dinámica demográfica, así queda expresado en el mapa expuesto a continuación.
Dentro de este contexto sociodemográfico, se inscribe la discriminación en el mercado laboral aragonés. Las teorías sociosexuales estudian ciertas variables que son exteriores al mercado de trabajo y por tanto ignoradas en la economía clásica, es decir, el lugar subordinado que se asigna a la mujer en la sociedad y en la familia a través del trabajo reproductivo mientras que el varón se dedica al trabajo productivo. Estas teorías han analizado diferentes estereotipos de género que se visualizan en la segregación horizontal y vertical del empleo por sexos, dando como resultado una rueda de discriminación (ver infografía) que se propaga en los mercados, conjugando capitalismo y heteropatriarcado.
Precisamente, hablamos de segregación horizontal en el trabajo cuando se refiere a las dificultades de las personas en acceder a determinadas profesiones. Se verifica en la predominancia de las mujeres hacia los sectores tradicionales feminizados y la dificultad de las mujeres para acceder a cargos generalmente estipulados como “masculinos”. Sumado a esto, también las mujeres son frecuentemente afectadas por la segregación vertical en el trabajo, o sea, las dificultades que tienen para poder desarrollarse profesionalmente. Esta última segregación viene dada en su gran mayoría por la utilización del tiempo, la entrada del capitalismo está relacionada con el tiempo flexible a la empresa, es decir, si le das más horas de tu tiempo, tienes más posibilidades de ascender y así obtener mayores beneficios para la organización. Pero las mujeres salimos y entramos del mercado laboral (intermitencia en el mercado laboral) con la necesidad de conciliar vida laboral y familiar, de ahí que seamos las que más trabajamos a tiempo parcial, en Aragón las cifras ascienden a un 60% de los contratos, por lo que no subimos de puesto o categoría en las mismas condiciones que los varones, encontrándonos con el denominado techo de cristal.
De esta manera, podemos decir que las políticas públicas dedicadas a la igualdad, son una mascará del patriarcado de consentimiento (Puleo,2006) en el que estamos inmersas, las cuales se traducen en “organiza mejor tu tiempo”, por lo tanto, no son feministas o transfeministas, ya que no se basan en la corresponsabilidad entre hombres y mujeres. Basta con citar un párrafo de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo para la Igualdad efectiva entre mujeres y hombres, para ver la opresión de la población femenina:
“con la finalidad de que no recaigan sobre los empresarios los costes sociales de estos permisos, lo que podría ocasionar consecuencias negativas en el acceso al empleo, especialmente a la población femenina”.
Si ahora descendemos al ámbito comarcal, por un lado, en casi todas las comarcas es mayor el número de hombres afiliados al régimen general las diferencias oscilan entre un 13 % y un 18%. También, la mayoría de las comarcas, al igual que en el conjunto de Aragón, presentaban economías terciarizadas, en donde las mujeres representan un gran porcentaje, pero la población masculina las supera en número. Sin embargo, cuatro comarcas, diferían: Matarraña/Matarranya, donde el mayor número de afiliados se registró en el sector primario, y Campo de Cariñena, Aranda y Ribera Alta del Ebro, donde predominaba el número de afiliados al sector industrial debido a la viticultura. Por lo tanto, puede decirse, que el servicio doméstico tradicional y las fabricas ya no significa, en muchos casos, la reserva de empleo para las mujeres rurales. Sí lo están los servicios comunitarios, sociales y personales, que han absorbido, durante los últimos diez años, a más de la mitad de las trabajadoras del sector
Sumado a esto, en las comarcas aragonesas son más los hombres que deciden abrir un negocio por cuenta propia. Las diferencias oscilan entre el 30% y el 40% respecto a la población femenina emprendedora autónoma en todas ellas. Llegadas a este punto, también el sector de los servicios está considerado como el sector “femenino” por naturaleza, de ahí también que la mayor proporción de negocios dirigidos por las mujeres de las distintas comarcas se establezcan en el sector. La opción de emprender, por lo tanto, también se caracteriza por un sesgo de género (ver gráficos).
De esta manera, en ambos régimen de afiliación, el empleo de las mujeres se identifica con una alta concentración en pocas actividades, ramas y categorías y debe reconocerse como una clara manifestación de la segmentación horizontal del empleo. También hay que considerar que las mujeres pueden insertarse de manera masiva a este sector como una respuesta a la construcción social de trabajo femenino, dado que las identidades construidas en el ambiente familiar se proyectan y refuerzan en la división sexual del trabajo, por ejemplo, actualmente juegan un rol determinante en el bienestar y desarrollo social la educación y la salud, todos ellos sectores situados en la parte oculta del iceberg. Por ello, es necesario, una economía feminista de la ruptura para establecer la coeducación y que lo hombres también trabajen en estas esferas y, así, poder llegar a verdaderas cuotas de corresponsabilidad. En este sentido, un nuevo sistema solo es posible si el eje de la organización social son las personas y no las necesidades del mercado laboral y del heteropatriarcado.
Desde esta mirada, las diferentes propuestas para el desarrollo rural deben estar basadas en aspectos tales como que se reconozca que el trabajo de enfermería aporta más a la sociedad que el trabajo de venta de seguros de vida, reconocer que el trabajo de enseñanza vale más que el trabajo de militar, que el trabajo agrícola vale más que el trabajo de construcción de centros comerciales, y que el trabajo de cuidados en la esfera doméstica contribuye más a la economía que el trabajo de servicios que realiza un banco capitalista, o que el arte y la cultura proporcionan a la humanidad más saberes que la bolsa. También, una economía feminista de la ruptura es una economía ecológica, toma en cuenta el bienestar del medio ambiente en la producción, reproducción, distribución, comunicación, comercialización y el consumo que realiza. Resumiendo, se trata de un desarrollo cultural desde dentro y desde abajo, que tiene mucho de innovador pero también mucho de recuperación de las mejores tradiciones aragonesas, como, por ejemplo, los nuevos negocios de las emprendedoras comarcales a través de la elaboración de productos tradicionales.
A partir de todo lo expuesto, la economía feminista de la ruptura nace como herramienta para fortalecer la cultura de los habitantes del medio rural y su patrimonio de conocimientos tradicionales, depositados en la experiencia de las mujeres, que son clave para la conservación de la biodiversidad, todos ellos, aspectos necesarios para frenar la despoblación, el envejecimiento y la masculinización del medio. Así, desde las políticas destinadas al desarrollo rural, como en su momento fueron los programas Leader, se debería construir una propuesta formativa a partir del conocimiento y la sabiduría de la población rural en general y de las mujeres en particular; no desde la homogenización que tiende a ver características comunes en la ruralidad y no necesidades especificas de las personas y de cada municipio concreto. Por lo tanto, las políticas públicas para el desarrollo local, no atienden a las necesidades y deseos de la población, es decir, no tienen en cuenta las deseidades en la ruralidad.
Finalmente, la historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres trabajando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy próximo fueron negados.
Las ciudades y los pueblos están llenas de elementos -espacios, edificios, personas, calles y más- que, por norma general, se rompen constantemente y constantemente son rehabilitados, rehechos, recuperados. A veces ocurre, sin embargo, que cualquiera de ellos se descomponen y ni la ciudad ni quienes la habitan son capaces de pensar en cómo volver a hacerlos suyos. Bien, esto es lo que ha pasado con la antigua fundición Averly, en el barrio de Portillo de Zaragoza. Cerrada desde 2011, es uno de los ejemplos vivos de las “catedrales de una religión Industrial”, y también el epicentro de los movimientos especulativos de un sector en crisis, el de la construcción.
Los restos del naufragio
La ola del ladrillo que se vivió en Zaragoza desde 1996 llegó muy alto, se extendió por toda la ciudad y su resaca fue enorme. Los proyectos urbanísticos de toda índole surgían un poco por toda la ciudad, casi siempre con la perspectiva de alejar fábricas e industrias de las zonas de expansión urbana; fue un fenómeno que se repetía por todo Aragón, como en Harinas Porta de Huesca, o el conflictivo plan para la recalificación de las zonas industriales del Picarral zaragozano. Y también en Zaragoza, claro, llegaron la Expo 2008 y la Milla Digital.
Esa entrada en Zaragoza a través de la carretera de Logroño, antigua zona industrial, se convertiría en los primeros años del siglo XXI en el eje en que se acumulaban los nuevos hitos de la ciudad, como la estación Intermodal, Etopía o, siguiendo el eje de la Milla Digital, CaixaForum, mientras sus solares se vendían por sumas estratosféricas. El mejor ejemplo lo representa la parcela del cuartel de ferrocarriles (hoy desierto), que compraba en 2006 por 82 millones de euros el grupo Nozar (hoy quebrado).
Todo ello ocurría, además, en una zona bien provista de otros hitos arquitectónicos, como la Aljafería, el Pignatelli o la propia Averly. Los propietarios de esta última -familia Hauke-, cercada por la mala situación económica y el nonato túnel carretero de la AP-68, decidían en 2013 vender la histórica factoría a la constructora Brial-Neurbe. Empezaba en aquel momento la amenaza de la destrucción sobre un bien cultural al que la actividad productiva y el cuidado de sucesivas generaciones de trabajadores y propietarios había convertido en una de las manufacturas donde se había modelado la imagen de Zaragoza
Fundiendo paisaje
Pero Averly es tan solo una fábrica; es tan solo una villa en la que vivió una familia y aún vive Carmen Hauke. Solamente unas oficinas. Y sin embargo es mucho más. La actual ubicación de Averly sustituyó a las anteriores, que desde 1853 habían albergado la actividad de la fundición en la calle San Miguel. Levantada entre 1879 y 1880 en la Ronda de Campo Sepulcro por la proximidad a acequias y a la estación del ferrocarril.
Desde sus inicios compatibilizó las tres funciones de fábrica, residencia de los propietarios y oficinas de la compañía, algo que si en aquel entonces no era extraño, hoy la convierte en el único ejemplo de villa-factoría que queda en España. He aquí el primer motivo del carácter excepcional de Averly.
Además, de sus entrañas salieron miles de obras y elementos que constituyen parte de la memoria viva de Zaragoza y de Aragón. Desde el Monumento al Justuciazgo de la Plaza de Aragón -fundido en Averly según el modelo de Félix Navarro entre 1892 y 1894- a los chapiteles del Pilar, pasando por las farolas de la calle Alfonso o una gran cantidad fuentes y ornamentaciones por todo Aragón, son innumerables los hitos en la memoria colectiva y el paisaje creados en esta fundición. En este sentido, y esta sería la segunda característica, en Averly se conservaban los modelos que confirman buena parte de nuestros paisajes; estos modelos, protegidos legalmente, han sido evacuados de su entorno natural y son inaccesibles a día de hoy, en menoscabo de la legislación sobre patrimonio que los ampara.
Ese carácter de conjunto monumental en el que se preserva la memoria industrial es el que lleva defendiendo desde 1999 APUDEPA, cuando solicitaba que, en el marco del nuevo Plan General de Ordenación Urbana que se debatía en el ayuntamiento, se incluyera la protección integral de Averly como Bien de Interés Cultural, la máxima categoría contemplada legalmente. Se intuía entonces -12 años antes de que acabara su actividad productiva- lo que se ha hecho innegable ahora, y es que la parcela de la fábrica constituía un suculento trozo de pastel para las constructoras. Es en ese cruce de caminos entre el interés urbanístico y las potencialidades como lugar de memoria, donde reside la tercera causa de la relevancia de la factoría, ya que se alza como un engarce no solo con un patrimonio cultural, urbano, sino también con el recuerdo del trabajo industrial en una ciudad que, como Zaragoza, ha vivido una fuerte pérdida de empleo en este sector, especialmente desde el inicio de la crisis.
Éste es el espacio sobre el que se sitúa el conflicto; una disputa planteada en un principio solo en términos de preservación de patrimonio contra especulación urbanística. Como decíamos al principio, el año 2006, en plena burbuja inmobiliaria y fiebre de la EXPO y de otros grandes proyectos, veía como se aprobaba la construcción de un túnel carretero para la A-68 que implicaba la expropiación de parte de los terrenos de Averly, por la que la empresa recibiría 1,25 millones de euros a partir de 2012; sin embargo, el año siguiente llegó la crisis, y eso significó que Averly no recibiera ese dinero -por una obra, por otra parte, nunca acabada-, extremadamente necesario para una empresa que adeudaba salarios a sus trabajadores desde 2011. En esa pésima situación, la familia propietaria optaba por solicitar un préstamo a Bankia, para el cual ofrecía como avales los terrenos de la factoría. Acosada por las deudas, la compañía optaba por deshacerse de unas instalaciones hipotecadas y sin uso, y venderlas, en enero de 2013, a la constructora Brial.
El hecho es que si Averly no hubiera tenido deudas la administración hubiera podido abonar en su momento el montante por la expropiación aparejada a las obras de la A-68; entonces Averly no tendría que haber puesto como aval para un préstamo sus terrenos, y tal vez no hubiera sido necesaria la venta a Brial para satisfacer sus obligaciones. Pero no ocurrió así, sino que tuvieron que vender sus terrenos para que, finalmente, en marzo de 2014 Zaragoza Alta Velocidad (empresa pública) abonara los 1,25 millones de euros a la compañía. Entretanto, Brial, ya dueña de los terrenos de Paseo María Agustín, aceleraba el proceso para derribar Averly.
Historia de dos ciudades
Desde el cese de actividad en Averly y el proceso de compra por parte de Brial, no obstante, se había reavivado la oposición a una posible demolición. Desde el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH), APUDEPA e Hispania Nostra se retomaban las acciones legales para impedir la edificación, mientras que la primera solicitaba a la DGA en abril del 2013 la protección de Averly bajo alguna de las figuras del Patrimonio Cultural aragonés. Esos mismos días nacía la Plataforma Salvemos Averly, que integrada por los citados colectivos y otros (partidos, asociaciones de vecinos y más) daría un impulso social y de calle a la lucha por la vieja fundición.
A partir de entonces arrancaba un proceso tortuoso, lleno de recovecos legales, informes ocultos, amenazas veladas y decisiones en el límite -o más allá- de la legalidad. A tal punto que la antigua propietaria, que habita en precario dentro de la parte residencial desde la venta, denunció a lo largo del 2014 en diversas ocasiones “acoso, coacciones y allanamiento” por parte de la constructora.
En cualquier caso, la movilización social consiguió que la DGA diese marcha atrás en su decisión inicial de no proteger el inmueble y, de este modo, se logra en diciembre de 2013 que al menos la parte “noble” (oficinas, talleres antiguos y jardín) quedasen catalogados, lo cual constituye apenas una tercera parte del recinto, mientras que la mayor parte de los bienes muebles, como maquinaria o moldes, quedan fuera de la protección.
Con esta decisión del Gobierno de Aragón quedaba cerrada, por el momento, la posibilidad de proteger Averly desde el ámbito autonómico. Por consiguiente, parar la ruina de Averly se convertía desde enero de 2014 en una lucha municipal y judicial, mediante el recurso ante los tribunales Superior de Justicia de Aragón (TSJA), y el Supremo. Para cubrir esta línea de conflicto, APUDEPA solicitaba en enero de 2014 que se anulara la orden contraria a declarar Averly Bien de Interés Cultural. Sin embargo, el TSJA fijaba (abril del 2014) en un millón de euros el importe de la fianza para aplicar medidas cautelares contra el derribo.
En otro frente, dentro del Ayuntamiento “Salvemos Averly” pediría ante el consistorio la paralización de un posible derribo y la protección legal como Monumento de Interés Local. A pesar del apoyo por parte del movimiento conservacionista (avalado por miles de firmas, incluidas las de doscientas personas del mundo de la cultura), de la Real Academia de Ingeniería o del Departamento de Historia del Arte la Universidad de Zaragoza, el Ayuntamiento se iba a negar a aceptar ambas peticiones. La amenaza solo se detendría, aunque fuera de manera temporal, en julio de 2014, cuando la Fiscalía solicitaba con buen criterio que no se concediera la licencia de derribo al menos hasta que se resolviera el proceso judicial, para no dar lugar a daños irreparables, y ese es el punto en el que se encuentra el proceso judicial actualmente.
Por contra, en el plano urbanístico, el consistorio autorizaba en septiembre de 2014 una cuestionable -cuando menos- modificación del Plan Especial del área propuesta por la constructora; en ella, la edificabilidad de la zona pasaba de este modo de siete a dieciséis alturas, para un total de 200 pisos; en un nuevo movimiento de despacho, Brial proponía un mes más tarde desentenderse de las 40 viviendas protegidas que habían quedado reflejadas en el nuevo plan especial a cambio de ceder las naves protegidas a la administración para que fuera ésta la que se encargara de poner en marcha un Museo de la Industria. Es decir, aumentaba, de nuevo, sus beneficios y se desembarazaba de los bienes culturales protegidos que, en tanto que propietarios, tienen la obligación de proteger. Si alguien quería comprender esta jugadas, tenía -y tiene- que dirigir su mirada a los insistentes rumores de connivencias entre Brial y los partidos políticos, especialmente el PSOE zaragozano en el gobierno municipal.
… y alrededores
Hay que entender, como señalábamos al inicio, que Averly forma parte de un campo de intereses mucho más amplio. Siguiendo hacia la Avenida de Madrid por Paseo María Agustín, apenas a 200 metros nos encontramos con el edificio del Café Madrid (ver mapa). Pero la cuestión no se centra en casos concretos o parcelas particulares. Desde CaixaForum hasta el Centro Comercial Augusta, eso 2’5 kilómetros fueron la gran esperanza blanca del crecimiento urbanístico de alto standing durante los años de la burbuja. A ambos lados de las avenidas de Madrid y Navarra se acumulaban, tal y como hemos explicado, algunas de las inversiones más delirantes de aquellos años, tanto en manos públicas (con Zaragoza Alta Velocidad) como privadas. Era esa época en que el Ayuntamiento se podía permitir soñar que las reservas de suelo y las plusvalías que generara la Milla Digital permitirían crear un barrio “domótico e inteligente” con rascacielos, más de 4.000 viviendas y un cluster de empresas tecnológicas. El sueño, como es sabido, se esfumó, y de él quedan solares vacíos para casi 3.500 viviendas, el centro Etopía y poco más para hilvanar el relato de un proyecto fallido. Y, por supuesto, 360 millones de euros de deuda pública de Zaragoza Alta Velocidad contraída con distintos bancos.
Zaragoza con otros ojos
Uno de los pocos efectos de la crisis que se ha hecho sentir en positivo ha consistido, haciendo de la necesidad virtud, en replantear una serie consensos que durante mucho tiempo se habían dado por sentado. El primero, el cuestionamiento de la necesidad inagotable de crecimiento urbanístico, y tras él, en cascada, la revisión de los modelos de ciudad, del derecho a disfrutarla, la puesta en cuestión de esa ecuación perversa entre servicios y equipamientos municipales, construcción y desarrollo económico y, por último, cambiar el papel que se le da a la cultura y al conocimiento (de subsidiario a protagonista) en nuestra manera de crear nuestras metrópolis.
Desde luego, la crisis, llena de solares, derribos y desahucios, nos ha hecho repensar nuestros entornos, urbanos y rurales, y el conflicto de Averly, en la medida en que se desarrolla en medio de la ciudad, no podría ser menos. De hecho, el 20 de junio de 2014 la Plataforma Salvemos Averly presentaba a las puertas de la fundición el proyecto que, coordinado por APUDEPA y con una amplia participación de expertos, ofrecía una opción de futuro para el complejo acorde con su carácter de patrimonio cultural.
A lo largo de más de 100 páginas el documento “Fundación Averly” exponía como, con el concurso de la administración, entidades como las fundaciones Basilio Paraíso y Confederación de Empresarios de Zaragoza, asociaciones y colectivos vecinales, se podía alcanzar un modelo de gestión que respetara íntegramente el espacio y le otorgara una función social y económica en el entorno. Desde un semillero para eco-emprendedores a un Museo Industrial de Zaragoza, Averly se presta a múltiples usos que se completarían, además, con la prestación de espacios para equipamientos de proximidad justamente en la intersección de unos barrios que se distinguen por su ausencia.
Para gestionar este nuevo centro de actividad social y cultural, el proyecto prevé un modelo de gestión colectiva inspirado en otros modelos como el de la Tabacalera de Madrid o, bajo un punto de vista distinto, al que aspira el Centro Social Comunitario Luís Buñuel de Zaragoza (ver p. 16). Bajo este modelo, la titularidad previa compra del recinto recaería en la administración -DGA-, mientras que la gestión sería responsabilidad a partes iguales de ésta, de la Unión de Asociaciones impulsora del centro “Fundación Averly” y de la propia empresa, que actuaría como garante del patrimonio material e inmaterial que reside en la fábrica. El principal escollo, no obstante, para poner en marcha este plan se sitúa en la posición de enroque de la constructora Brial, la cual esgrime el coste ya asumido y el lucro cesante como principales argumentos contra esta solución. El proyecto, por su parte, refleja esta circunstancia y así propone la compensación a Brial-Neurbe por la cantidad ya abonada a Averly S.A. (2,5 millones de euros), o la expropiación forzosa por su utilidad pública y el riesgo de destrucción de patrimonio industrial mediante justiprecio.
En cualquier caso, todo el proceso de proteger y dar rentabilidad social y económica a uno de los iconos más importantes del patrimonio industrial de todo el Estado pasa, necesariamente, por un cambio profundo en las políticas públicas sobre patrimonio y urbanismo. Salvar Averly implica, a día de hoy, que tanto Ayuntamiento como DGA protejan íntegramente la vetusta villa-factoría como se merece, mediante los recursos técnicos a su alcance (con la declaración de Monumento de Interés Local o de Bien de Interés Cultural); pero, previo a cualquier otra consideración, las instituciones públicas han de decidir cuál es su función: custodios de los intereses especulativos de las constructoras o, por el contrario, herramientas para velar por los intereses de la ciudadanía, por su derecho a la ciudad y por sus bienes comunes y su cultura.
Entrevista con Carlos Bitrián de APUDEPA
¿Cómo ha modelado Averly la imagen de Zaragoza y Aragón?
Averly ha influido en la construcción del paisaje de Zaragoza y de Aragón de dos maneras. De manera directa mediante la creación de alguno de los elementos urbanos más reconocibles de la ciudad, como la estatua de Juan de Lanuza en el monumento al Justiciazgo o la figura de la samaritana en la fuente de la plaza del Justicia (antes en la de la Seo). Además de ser la matriz de muchos elementos del mobiliario urbano, como bancos, fuentes o farolas. El vaso de la fuente del viejo Belchite, único elemento del espacio público que ha resistido en lugar tan especial, es de Averly. La emblemática fuente de la mora de Cariñena, también. Pero tal vez Averly haya influido más de manera indirecta. Averly ha sido uno de los elementos principales del proceso industrializador en Zaragoza y Aragón, por ser una empresa de fabricación de bienes de equipo, necesarios para el funcionamiento del resto de industrias. Por tanto fue uno de los centros de conocimiento tecnológico que permitió avanzar en el proceso industrializador. La imagen contemporánea es en buena parte fruto de ese proceso, por lo que la influencia de Averly (que supera el ámbito aragonés, por cierto) es muy destacable.
En el proceso legal de defensa de Averly, ¿en qué sentido ha destacado el papel de las administraciones?
El caso de Averly es para nosotros paradigmático del conjunto de malas prácticas que habitan en las instituciones tomadas por el poder económico. Es tan extenso el capítulo de irregularidades, mezquindades y abusos que se han cometido que tal vez un día se estudie pormenorizadamente lo sucedido. En general en las instituciones no existe la transparencia “natural”. La transparencia la tiene que ganar el ciudadano picando la roca de la administración con cada golpecito de pico. No es fácil conseguir la documentación. A veces porque directamente la ocultan (en los casos más graves) y otras veces porque utilizan mecanismos más sutiles, pero también efectivos, que van desde la actitud personal al ambiente en los centros oficiales. Y en todo caso hacer un seguimiento requiere siempre de mucho tiempo. Por supuesto, ellos saben todo esto. Por otra parte, es una grave amenaza democrática que el parecer técnico esté secuestrado (como generalmente lo está) por unos gestores que, a su vez, están tomados por el poder económico. Y si es demasiado evidente que los vecinos tienen razón, la administración juega al frontón. En su muro rebotan todos y cada uno de los razonamientos, sin tener ni siquiera que contestar decentemente al ciudadano. También se apoyan en que el acceso a la justicia es un lujo en este país, desde el punto de vista económico, y por el esfuerzo que representa. Uno acaba concluyendo que la administración no sirve al ciudadano. Por lo demás, yo animo a todo el mundo a que una vez en su vida haga el seguimiento de un expediente urbanístico. Y si acude al pleno municipal y obtiene las excusas de rigor del concejal correspondiente, la experiencia será completa. Aprenderá de qué increíble manera le van construyendo su ciudad.
“Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura.
Cada ciudad puede ser otra cuando el amor pinta los muros”
Mario Benedetti
La suma de mil calles no forma una ciudad, tampoco un barrio. Pero la suma de su gente, de su tejido social, de sus actividades, sí. En el casco viejo de Zaragoza, a orillas del río Ebro, el antiguo Instituto Luis Buñuel dormía el mortífero sueño de la administración que lo había cerrado en el año 2005, condenándolo al deterioro que conlleva el abandono de los edificios. Y así fue hasta que en 2012 un grupo de personas, pertenecientes a diversos colectivos del barrio, llenas de iniciativas y proyectos, pero sin espacio físico para desarrollarlas, decidieron que el antiguo y olvidado instituto era el lugar perfecto para poner en marcha toda su fábrica de ideas y actividades, es decir, decidieron devolver a la vida el edificio. Y lo hicieron de la mejor forma posible, a través de un proyecto colectivo de transformación social, de participación y de trabajo comunitario. Construir desde abajo y en colectivo, generando ilusión en la gente del barrio.
Poco a poco, mientras el país se sumía en una crisis ética y política, donde cada día un nuevo caso de corrupción nos sacudía, la gente del centro social comunitario Luis Buñuel, con su trabajo voluntario pero con resultados profesionales, volvía a llenar de palabras, música, plantas, ritmos, cultura y color las aulas y su espléndido patio. ¿Puede haber algo más valioso y elogiable para una ciudad y para un barrio que el trabajo que se realiza en el CSC Luis Buñuel? Porque devolver la vida a un edificio abandonado y convertirlo en lo que hoy es este centro es incentivar la vida del casco histórico, es darle valor, darle la atención que necesita. Y sobre todo es apostar por su gente, por su potencial creativo, por su derecho a desarrollarse libremente.
Y para muestra, algunas de las actividades que el centro ha realizado, más de un total de cuarenta, además de siete de carácter permanente: Actividades educativo-formativas. Taller de radio comunitaria. Montaje de ordenadores reciclados. Cine y ecología. Espacio de silencio. Huerto comunitario. Actividades socio-participativas. Espacio para asociaciones. Espacio de crianza. Observatorio de derechos humanos. Centro de gestión de conflictos y relaciones personales. Promoción del autoempleo. Actividades culturales, deportivas y lúdicas. Teleclub. Espacio deportivo. Actividades y espectáculos al aire libre. Lectura de poemas. Mercado de trueque, charlas sobre la moneda social “Ebro”, promoción de los mercados de trueque. Clases de salsa e iniciación a la bachata. Teatro. Laboratorio de Clown, ritmos de Resistencia, grupo de teatro de mujeres y el inicio de la cafeta y ludoteca como lugar de encuentro, de reuniones y de espacio de ocio alternativo.
Hasta que surgió el Centro Social Comunitario Luis Buñuel, el antiguo instituto era, parafraseando a Luis Cernuda, un lugar donde habitaba el olvido. Ahora es todo lo contrario, el centro es un valor en alza que puja en el mercado de la imaginación. Porque ese es uno de los mayores tesoros de este centro, la imaginación frente al olvido, frente a la nada. El pasado 27 de enero, el ayuntamiento dio luz verde a la adjudicación de las obras de adecuación del Luis Buñuel. La rehabilitación está en marcha. Ahora el siguiente paso es hacer efectiva su cesión y recordar que la gente que un día decidió ocupar un edificio varado para ponerlo en pie ha conseguido, entre otras cosas, que Zaragoza forme parte de la red de ciudades europeas que dinamizan los barrios a través de proyectos sociales.Una alternativa a la cultura enlatada a la que nos tiene acostumbrados la administración.
Porque la suma de mil calles no forma una ciudad ni un barrio. Pero la suma de las actividades de un centro social comunitario como el Luis Buñuel sí suma mil barrios, mil ciudades y todos con un denominador común: enseñar y aprender, vivir y crecer desde la igualdad con un decorado perfecto, cultura para todos y todas.
Ainzón tiene un cine, y tan simple como pueda parecer decirlo, se trata, sin embargo, de una tarea casi titánica mantenida desde la solidaridad de los y las vecinas del pueblo. Si en diciembre de 2014 cerraba el cine de La Almunia de la Godina, en las últimas décadas han ido echando la persiana otros como el de Mallén, mientras que en la vecina Borja la sala Cervantes mantiene una actividad intermitente a causa de la escasa viabilidad económica de este tipo de cines en tanto que negocio.
“Historia de este cine”
Puede, y que disculpen los lectores más avisados, que mientras duren las obras por reforma del Eliseos de Zaragoza (1944), el cine de Ainzón sea el más antiguo de los que siguen en activo en Aragón, a la par de las salas Palafox, también en Zaragoza.
En efecto, la sala de Ainzón se establece entre 1950 como espacio en el que dar estabilidad a las proyecciones itinerantes que recorrían la comarca. Un poco por dar la posibilidad a la juventud local de no tener que acercarse hasta Borja, otro poco por tenerla controlada y otro por ser “cura joven”, Mosen Alfredo Balaguer, uno de los sacerdotes del pueblo, conseguía la cesión de una nave que hacía las funciones de salón de baile en la carretera como espacio para un cine parroquial. Su primera proyección fue La perla maldita, y muy pronto se consolidó con cuatro proyecciones a la semana, eso sí bastante en precario como recuerdan “había que bajar con la silla de casa y pagabas 1 peseta por entrar, no había socios”. Cuatro años después el ayuntamiento conseguía la permuta de unos terrenos en el barrio bajo y se alzaba el edificio que albergaría de manera definitiva el cine.
La progresiva penetración de la televisión en los hogares del pueblo, junto con la pérdida de población en los años sesenta y setenta, los videos domésticos,… Todo se convertía a principios de los ochenta en un cóctel explosivo que amenazaba su continuidad. Pero como suele ocurrir, esos momentos de crisis suelen dar la medida del apoyo social, de la fortaleza de la red que sustenta a una comunidad. El cine cesaba en 1985 su vinculación con la Iglesia y pasaba a ser gestionado por un Cineclub con más de 300 socios (sobre poco más de 1.000 habitantes), abriéndose una nueva etapa, puede que la más optimista del cine, y eso a pesar de la crisis de las salas de proyección el medio rural y de la cantidad de requisitos técnicos con los que, desde finales de los 90, tendrían que lidiar todas las salas.
Aunque la colaboración con otros espacios de la comarca, la implicación de los vecinos y el carácter casi comunal del cine iban a garantizarle una cierta estabilidad de la que carecerían otros proyectos menos arraigados -como los muy próximos de Magallón o Borja-, los carísimos requerimientos técnicos del sector amenazaban con llevárselo por delante, como harían con todos los cines de barrio urbanos y multitud de salas alternativas o no, grandes o pequeñas, por todo Aragón.
Transición al digital
Y es que la intrahistoria técnica del cine a lo largo de los años parece una carrera de obstáculos destinada a desembarazarse de los espacios pequeños, alternativos, favoreciendo las grandes a distribuidoras y a los (multi)cines masivos. Echando la vista solo unos diez años atrás, Marigel Adel -presidenta de la asociación Cine-club de Ainzón- nos cuenta como desde 2002 el cine había tenido que afrontar la renovación del sonido de la sala (2002) y un cambio de proyector -pasando de uno vetusto de carbones a los más recientes de lámparas de xenón- en 2009.
2014 amaneció con un nuevo obstáculo tecnológico, que se sumaba a la crisis del cine y claro, a la económica. El proceso de transición desde la película de rollo de 35 mm. a los formatos digitales había cogido fuerza en Estados Unidos y Reino Unido desde 2005, en medio de grandes críticas que incluyeron a directores como Quentin Tarantino, Steven Spielberg o Paul Thomas Anderson; a pesar de los detractores, de los elevados costes y de los problemas técnicos que suponía el formato digital -como el almacenamiento a largo plazo- la industria ha conseguido que en apenas diez años se haya abandonado el formato film en casi todos los países europeos. Este cambio, que no tendría que suponer mayor problema más allá de lo técnico o lo romántico, en España se ha convertido en una losa para cientos de cines, puesto que las administraciones públicas, al contrario que en el resto de Europa, han decidido no ofrecer ningún programa de ayudas específico para el paso al formato digital.
Si bien el apoyo de la gente del pueblo permitió recaudar bastantes fondos y conseguir nuevos socios al cineclub, las cifras seguían sin cuadrar, porque 34.000€ del nuevo proyector digital eran muchos euros. Montantes similares han echado para atrás otros proyectos como el de Un Nuevo Renoir (v. artículo en p. 20) en Zaragoza, así que era previsible que en una localidad mucho más pequeña los problemas para sufragar una nueva máquina se convirtieran en insalvables.
Espacio común
Pero como nos dice María Antonia -Toñi- Tabuenca, vocal de la junta de la asociación que lo gestiona “el cine está por encima de partidos políticos y de lo que sea”. Por ello, tras muchas actividades de financiación colectiva -incluidas carreras populares, sorteos y más-, tras muchas puertas llamadas y pocas respuestas, finalmente a finales de 2014 la Diputación Provincial de Zaragoza concedía una subvención que abría el camino al nuevo proyector. Resulta difícil saber cuántos cines -urbanos, rurales, comerciales, alternativos- podrían haber sobrevivido a la reconversión si hubieran contado con un pueblo detrás como en el caso de Ainzón para luchar por su continuidad. También parece complicado saber cuántos más podrían haberlo conseguido de haber contado, como decíamos, con un programa público de apoyo en ese proceso.
Por todo esto, parece que al final la historia de espacios como el cine de Ainzón se compone de un ingrediente básico: personas muy concretas y nombres muy anónimos. Entre los primeros, Marigel y Toñi nos destaca, además del párroco que lo fundó, los operadores y cabineros del cine o Pedro Cruz, quien se encargó de organizar la asociación en los años ochenta, el proyecto que lo hizo viable, o el actual distribuidor, Generoso Hernández, quien, entre otras cosas, ha sido “una gran ayuda” durante el proceso de cambio de máquina.
En el otro lado, los nombres muy anónimos, que son los y las vecinas del pueblo engrosando la nómina de socios, que ha aumentado por encima de los trescientos con la crisis, dándose una extraña convergencia entre la necesidad -de no bajar hasta Zaragoza al cine- y el altruismo de mantener un proyecto común. Proyecto nutrido, por otra parte, de la colaboración con otros cines en Calanda, Calahorra o el vecino de Borja, la cual permite ofrecer títulos más actuales y a menor coste.
La solidaridad y la colaboración mutan. En los años cincuenta y sesenta el edificio se levantó (y sus butacas se fabricaron) con el trabajo desinteresado de decenas de vecinos ejerciendo de electricistas, albañiles, ebanistas,… En los ochenta, como hemos visto, este esfuerzo común tomó la forma de organizarse como asociación para asegurar su futuro -o de conseguir de tapadillo las butacas del antiguo cine Pax de Zaragoza-. Ahora el cine precisa de reformas; se ha conseguido superar el primer desafío, el proyector, pero varias décadas no han pasado en balde, ni en sus muros, su calefacción o sus butacas. Para lograrlo, y es una tarea de nuevo titánica, Marigel y Jose confían en la capacidad del pueblo para movilizarse, como siempre ha ocurrido cuando se ha tratado del cine.
Texto: Redacción Subarbre Fotografías: Javier Gracia
Según la R.A.E. “Festival es un concurso o exhibición de manifestaciones artísticas o deportivas”. En el caso del tema que nos ocupa, “concurso o exhibición de manifestaciones artísticas cinematográficas”.
En la actualidad, en Aragón tenemos un buen número de festivales de cine. Aunque, ya en Zaragoza, en 2014 se realizaron unos siete en total, y el Festival Internacional de cine de Huesca celebró su 42º edición, la realidad es que de los más de veinte festivales de cine que se han hecho en 2014, la gran mayoría han sido en los pueblos de nuestra geografía. Muchos ya tienen muchos años, como el FESTILA, en La Almunia de Doña Godina y otros, como el de Festival de cine de Fuentes, en Fuentes de Ebro, han sido un excelente medio de promoción para artistas aragoneses. Exiten el Obuxofest, el Festival de cine mudo de Uncastillo, el Certámen de cine de Bujaraloz, el de Cine y Mujer en Andorra, la muestra de cine animado de Ainzón, el de cine y comedia de Tarazona o la muestra de cine invisible de Benásque. Todos ellos de gran calidad, pero queremos centrar las miradas en aquellos festivales o muestras cuya temática principal o parte de ella, trata sobre el mundo rural en sí mismo.
El pueblo como sala de cine
El objetivo común en todos ellos es situar el pueblo en el mapa pero aquí van más allá e invitan a la reflexión sobre lo que significa vivir en un pueblo. En Urrea de Gaen (Teruel) lo tenían claro y por ello, desde el 2010, el Centro de Estudios del Bajo Martin organiza el FESTIFAL, un festival de cine al uso, en el que los concursantes presentan sus cortos y documentales pero con el requisito imprescindible de tener una temática rural, para que luego un jurado seleccione quince finalistas entre todos los trabajos recibidos y que se proyectan en el festival.
“Cine grande en pequeño” es una red de festivales independientes que nació en 2013 con los objetivos de coordinar, apoyar, formar y difundir a pequeños festivales con vocación de mostrar un cine alternativo en pequeños pueblos. A dicha red pertenecen tres que se realizan en territorio aragonés. En Boltaña, en Ascaso y en Aineto.
En Boltaña, la sección de audiovisuales del Centro de Estudios de Sobrarbe, con el apoyo del servicio de cultura de la comarca, organiza desde el 2002 el Festival internacional de documental etnográfico “Espiello”. El nombre, “espejo” en aragonés, lo eligieron al hilo de su intención de unir cine y etnografía, esto es, crear un reflejo con el que poder observar cómo los ven desde fuera, como ven a los demás y cómo se ven ellos mismos.
Sin dejar Sobrarbe, tenemos el Festival de Cine más pequeño del mundo. Ascaso es una aldea que fue abandonada como muchas otras por sus vecinos en busca de un futuro fuera y que ha sido recuperada afortunadamente. Asi pues, en 2011 nació la Muestra de Cine de Ascaso, cuyo objetivo es enseñar el cine de autor trabajos alternativos y de gran calidad pero que no tienen cabida en los circuitos comerciales. Y que mejor lugar para este “cine pequeño” que un festival pequeño pero que con el gran trabajo de los implicados, junto con el apoyo logístico del Ayto. de Boltaña, la Comarca de Sobrarbe y mas de 30 voluntarios han logrado que poco a poco se vaya consolidando dentro de los circuitos.
Precisamente, en otro pueblo recuperado, se realiza desde el 2012 otra muestra de cine rural. Bajo el lema de “Ruralidad, Rebelión y Resistencia”, los habitantes de Aineto, un pueblo autogestionado situado en la zona de La Guarguera. Pertenecen, junto a “Espiello” y la muestra de cine de Ascaso a la “Red de cine pequeño”, un punto de unión y coordinación nacido en octubre del 2013 para llevar el cine a pueblos pequeños y dinamizar la vida rural y encontrar alrededor del cine nuevos espacios socioculturales.
Texto: Diego Medina @oreillegtturbo Ilustración: Guillermo Fernández Oroz
Desaparecidos y poco a poco olvidados, entre otros, los espacios Buñuel, Goya, Renoir, Fleta, o las tres salas Aragón, cercanas al Paseo de la Independencia, todavía queda al cinéfilo de Zaragoza la opción del Cine-Club Cerbuna, de Las Armas, del Centro de Historias o de la maltrecha y recortada Filmoteca; todavía le queda al aficionado tomar prestado un DVD de una de las bibliotecas públicas (si las encuentra abiertas) y verlo en su casa, quizá con algunos amigos.
¿Hay espacio en la ciudad, locales para un espacio que una a los que aman otro tipo de cines frente a las mismas películas proyectadas en multitud de salas de los centros comerciales? Es posible que ese espacio exista en las tripas de Zaragoza, pero todavía no en su cabeza, ni en su corazón. Pero lo que suceda en sus tripas es esencial para que surja la gran ilusión de una Zaragoza en la que quepa una sala de cine con carácter propio, permanente, que apoyada por sus vecinos, sea orgullo de la ciudad, que la represente, que le dé otra cara, más allá de lo económico, en busca de lo educativo, lo único que puede transformar y mejorar la ciudad. No es imposible; su opción de existir está ahí desde hace tiempo.
Al cierre de las salas Renoir de Zaragoza, David Trueba escribía: “Un cine cerrado es otro sueño que no encuentra su dueño”. Los cines cerrados, en lo que se hayan convertido en cada caso particular, definen también -son un síntoma- de aquello en lo que una ciudad se ha convertido. Eso será lo que somos.
Pero siempre se puede cambiar el rumbo.
De momento, de las tripas salen pequeñas iniciativas. Siempre existirán. Pero queda agruparlas, unirlas, para ver el cine en común, con alguien sentado en la butaca de al lado, alguien con el que entablar una conversación sobre lo que ve. Mientras tanto, nunca se pudo acceder, por vías alternativas, a tanto cine, en versión original, libre. Pero si no se comparte, la experiencia cinematográfica del espectador no es completa. Es ausente, fría, aislada; rompe la acción.
Zaragoza tiene a sus guerrilleros del cine; les gusta la independencia. Queda ver si finalmente, los generales cinéfilos, desahogados en sus cuarteles, deciden ponerse en primera línea de batalla y meterse en el barro. Sólo ellos, unidos, pueden encabezar una primera línea de batalla y buscar esa sala de cine independiente. Han de unirse en la refriega, con casco y fusil, para combatir por una ciudad mejor. Mientras tanto, los avances técnicos dejan la esperanza de futuros cines en cualquier parte, en cualquier rincón. Queda esa esperanza. Quizá el cine esté en una encrucijada, pero acabe volviendo con mayor fuerza, más libre.
El 10 de Mayo del 2012, tras quince años abiertos, los cines Renoir del Audiorama echaban el cierre. Pasados unos meses, a finales del 2012, tres de los trabajadores Carlos, Elena y Oscar, decidieron aunar esfuerzos para reabrir los cines. Se creaba un Nuevo Renoir.
Una cooperativa de microcine, sin ánimo de lucro cuyo primer objetivo fue el de concienciar sobre la necesidad de contar en Zaragoza con una sala en la que se proyectase un cine de calidad, un punto de reunión para cinéfilos que se desmarcase de las multisalas de centros comerciales. Desgraciadamente, para lograr la reapertura necesitaba una inversión de doscientos mil euros, sobre todo ligados al proceso de digitalización.
Un año después, en mayo del 2013 algunos medios de comunicación se interesaban por el proyecto y el ayuntamiento exploraba vías de colaboración siempre, claro está, que no les supusiese dinero alguno. Debido a la dificultad para reabrir en el antiguo local de los cines, decidieron dar un paso más alla de las redes sociales y empezar con proyecciones en otros locales. Por ejemplo, el 14 de junio del 2013, con la ayuda de la Universidad, se proyecta “Holy Motors” en el Cine del C.M Pedro Cerbuna.
Su última aparición se produce a punto de cumplirse dos años del cierre de los cines; en marzo del 2014, uniéndose al cine club de La Salle Gran Via para recordar a Alberto Sánchez, cinéfilo y cineasta, muy vinculado toda su vida al mundo del séptimo arte como fundador del citado cine club y fallecido en 2009. Para ello, el día 21 pasaban en el salón de actos del colegio el clásico del cine “Casablanca”.
A partir de entonces, debido a las dificultades encontradas para reunir loa apoyos necesarios, decidían ellos también echar el cierre a su iniciativa de “Un Nuevo Renoir”. Sin embargo, no han desaparecido, no del todo. Aun continúan trabajando en la sombra para lograr resurgir con más fuerza si cabe.