Este domingo 13 de marzo de 2022 ha tenido lugar la manifestación contra los macroproyectos de energías renovables, tanto eólica como fotovoltaica que se quieren implantar en los diversos pueblos de Aragón.
En la manifestación se han podido escuchar gritos en contra de Lambán, de las électricas y el lema de la manifestación “Renovables sí, pero no así”.
La manifestación ha discurrido desde la D.G.A. por Paseo María Agustín, Puerta del Carmen, Paseo Pamplona, Plaza Paraíso, Paseo Independencia y finalmente en la escaleras de la Diputación Provincial de Zaragoza donde se han leído los manifiestos.
Uno leído por la plataforma Aliente de Aragón y un diálogo sobre lo que significa el lema de la manifestación teatralizado por tres jóvenes de las tres provincias de Aragón, Zaragoza, Uesca y Teruel.
A la manifestación han acudido personas de muchos pueblos de Aragón y de muchas comarcas, Fortanete, Ribagorza, Matarraña son algunas de las que se pueden ver en las pancartas de la galería.
Entre las organizaciones políticas que han acudido a la cita Podemos, Chunta Aragonesista, Teruel Existe, Puyalón o Anticapitalistas.
En total habría unas 5000-6000 personas siendo una de las manifestaciones más numerosas de los últimos años en Zaragoza.
Desde un principio la gente que componemos Subarbre nos hemos planteado cuáles son los grandes temas que construyen la cultura sobre la que queremos pensar y actuar. En la situación actual llegamos a la conclusión de que dos de esos temas eran la deuda privada y, sobre todo, pública -en tanto que condición que nos ata a una forma de vivir en sociedad, que nos restringe a todo el mundo, en los presupuestos, en los servicios, en el disfrute del ocio y de la ciudad- y, por supuesto, el paisaje, como espacio en el que desarrollamos nuestras vidas, en tanto que obra común de una sociedad que vive en un territorio.
Tirando de ese hilo llegamos a la conclusión de que lo mejor que podíamos hacer era coger un coche y a Juan Manzanara con su cámara de fotos, y dejar que él explicara el paisaje; para ilustrar qué es la deuda y cómo nos afecta, por su parte, decidimos que la opción correcta era pedirles a la gente de la Plataforma de la Auditoría Ciudadana de Zaragoza que describieran lo que veíamos a través de la ventanilla y del teleobjetivo. Os dejamos con el resultado.
Los compañeros de Subrarbe nos han invitado a la Plataforma por la Auditoría Ciudadana de la Deuda en Zaragoza, a participar en este estreno y no podemos por menos que sentirnos alagados y con cierta responsabilidad, pero ahí vamos. Hace ya unos años, que las compañeras de la PACD Valencia iniciaron lo que ellas denominaron la “ruta del despilfarro”, mostrando los desmanes que se había producido en su ciudad. Nosotras, siguiendo sus pasos, os invitamos a hacer un pequeño recorrido por Aragón, para hacernos una idea de por dónde se nos han ido gran parte de los recursos que hoy día necesitamos para mantener nuestros servicios públicos.
“Al norte, los Pirineos”: Aramón
Una cuestión que debéis tener en cuenta es que siempre hemos contado con poquísima información. La tan cacareada “transparencia” de la administraciónn autonómica es tan sólo una ilusión en Aragón. Empezamos por los Pirineos, ¿a quién no le suena Aramón? Pues Aramón sólo es una de las siete empresas públicas relacionadas con la nieve. Empresa que ni siquiera está obligada a presentar sus cuentas en los Presupuestos de la Comunidad Autónoma, porque la participación pública sólo alcanza el 50%, una estratagema para facilitar la opacidad de su gestión. Viene acumulando unas pérdidas de más de 56,5 millones de euros, contando con otros 56 de deudas con entidades financieras avaladas por todos nosotros. ¿Y sabéis cuántos empleados tiene contabilizados? Pues 46. Imaginamos que los temporales cuentan en promedio.
Si nos detenemos en cada una de las estaciones, Panticosa está en quiebra técnica, con unos fondos propios de -2,5 millones y unas pérdidas acumuladas de años anteriores de 11,8. A esto, sumémosle unas deudas con acreedores de más de 18 millones.Formigal lleva pérdidas acumuladas por 22,7 millones, Castanesa 6,7, Benasque 8,5 y así se puede seguir con el resto de estaciones
¿Salud?
Bajamos un poco y nos encontramos con el CASAR. ¿Qué es el CASAR? Un Consorcio Aragonés Sanitario de Alta Resolución que brindaba servicios médicos a los municipios de Jaca -por donde pasamos- Ejea de los Caballeros, Fraga, y Tarazona. Prestaba casi todos los servicios médicos en las zonas, salvo traumatología, que se hizo un convenio-negocio en exclusividad con la MAZ el cual nos supone en estos momentos una deuda acumulada de más de 10 millones de euros. “Claro”, diréis, “como la traumatología tan apenas se atiende en los centros médicos”… Pues eso. En estos momentos, su gestión se ha visto tan inviable que el servicio ha sido asumido por el SALUD.
La construcción ha sufrido un parón y pocas promociones siguen adelante
Estelas en la estepa
Seguimos rumbo al sur. Pasando Huesca dos montañas de deuda flanquan la A-23, una llamada Walqa, con unos 6,3 milones de deuda, y la Plataforma Logística de Huesca, PLHUS, que a pesar de cierta oscuridad sobre sus cifras, acumula unos 40 millones de euros en un polígono fantasmal, casi vacio.
Llegamos a Zaragoza. PLAZA, SA la joya de la corona. En situación de quiebra técnica, con pérdidas acumuladas de 77 millones y un patrimonio neto negativo de -30. Fue el último gerente de PLAZA el que tuvo que denunciar las irregularidades manifiestas de las anteriores gestiones. Tuvieron que venir de la Fiscalía Anticorrupción de Madrid para investigar el caso. Cuando en 2011 pudimos tener en nuestras manos las cuentas anuales de PLAZA, ya dijimos que había “algo raro” en ellas. Ahora, cada cierto tiempo descubrimos la estafa de 50, 100 ó ya 200 millones de euros en obras facturadas (y pagadas por PLAZA) pero no ejecutadas.
‘La de todos’
La Televisión Autonómica de Aragón, S.L. Cada año nos cuesta 40 millones del presupuesto. ¿Y a qué no sabéis que el 90% de sus costes son contratos con empresas del Grupo Heraldo de Aragón? Sí, para nosotras también fue una sorpresa… En estos momentos están intentando prorrogarlos por varios años más, posiblemente temen un cambio en la gestión de la Corporación que cambie con estas prácticas.
Post 2008
Y qué decir de Expo Zaragoza Empresarial, SA. con unas pérdidas acumuladas de más de 195 millones de euros y unos ingresos anuales de tan sólo 10. Insostenible, lo miremos por donde lo miremos. La resaca de la Expo que acabamos pagando todas.
Ocupado en su mayoría el recinto de la Expo por organismos públicos (ya que se convirtió en una misión imposible el atraer entidades privadas a las oficinas que ocupan los antiguos pabellones), a día de hoy la ratio de deudas por metro cuadrado es de 780 euros. Para hacernos una idea, en la zona de la Estación de Delicias (ver artículo sobre Averly) esta ratio es de unos 360€/m2.
Arcosur y Plaza
Motorland!
Salimos de Zaragoza, por el sur y llegamos a Alcañiz. Y ¿qué nos encontramos? MOTORLAND. Así como la EXPO fue la obra a mayor gloria de nuestro alcalde Juan Alberto Belloc, MOTORLAND se hizo igualmente para José Angel Biel, presidente del PAR. Una inversión total en activos fijos de 85 millones de euros, de los cuales, más de treinta se pagaron por los terrenos (en Alcañiz), mientras cuenta, a día de hoy, con pérdidas anuales de más de siete. A ello hay que sumar las subvenciones de más de 17 millones otorgadas todos los años para financiar un contrato con los organizadores del Gran Premio, hecho que se mantuvo secreto mientras pudieron, y muchas más irregularidades. Y todo ello financiado a través del Fondo de Inversión de Teruel.
Y también en Teruel nos encontramos con el mayor despropósito de todos: los Fondos MINER y el citado Fondo de Inversión de Teruel. Estos fondos se suponían que eran para favorecer la reestructuración de la actividad empresarial en las Comarcas Mineras. Sin embargo contamos, desde 1998, más de 1.000 millones de euros prácticamente tirados por la borda. Sí, MIL MILLONES de euros. Las empresas y proyectos que obtenían estos fondos, debían mantener su actividad 5 años y los contratos de trabajo comprometidos durante 3. ¿Cuántas de estas empresas continuaron hasta ahora? Casi ninguna.
¿Os imagináis cuántos proyectos se podrían haber financiado con todo este despilfarro?
Nos queda la indignación y casi la impotencia. Ni derecho a la información, ni a la participación de la toma de decisiones sobre cómo se invierten nuestros recursos. Ni cómo ni quién gestiona las empresas públicas, ni cómo se utilizan como instrumento para pagar favores políticos.
Creemos que otra forma de gobernar es posible. Con la participación y control de la ciuadanía, atendiendo a nuestras prioridades. La administración ha de estar al servicio de la ciudadanía y no al contrario. Y si no, ni será tan justa, ni tan del “gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Texto: Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda de Zaragoza (PACD) @nodebemosZGZ Fotografías: Juan Manzanara @jmanzanara
Este articulo parte de una perspectiva feminista o transfeminista, pues es necesario posicionarse ideológicamente. El feminismo es una actitud crítica y de acción, una herramienta eficaz para detener la desigualdad, la cual persiste aún en nuestros días, y de manera más acuciante en el mundo rural. Precisamente, lo que se pretende en este artículo es dar a conocer las problemáticas de la mujer rural aragonesa, tanto en un plano más personal, como en el laboral y en el social, en unos tiempos donde la crisis del neoliberalismo las sigue condenando a categorías inferiores que a las mujeres urbanas, ya que si se vuelve a crear trabajo se creará en la ciudades, tal y como muestra el último estudio sobre despoblación realizado por la Asociación contra la Despoblación en Aragón (2014), dejando un medio rural despoblado, sin oportunidades ni servicios.
Sumado a estas cuestiones, la población femenina de las diferentes comarcas de Aragón, se han encontrado con una posición ambivalente a lo largo del tiempo, puesto que sólo de hecho, más no de derecho, han participado en la vida socioeconómica de su entorno, padeciendo todos los inconvenientes de trabajar en casa, en la explotación familiar o en la fábrica, en su negocio, entre otros, pero ninguna de sus ventajas, ni derechos. En este sentido, la economía feminista de la ruptura es un terreno privilegiado para que ejercitemos nuevas prácticas y proporcionemos vivencias de autonomía para las mujeres.
La economía feminista de la ruptura, tal y como nos lo explica Pérez Orozco (2005) , pone en el centro del análisis la sostenibilidad de la vida. Por lo que, esta perspectiva propone una estrategia alternativa: centrar el análisis en los procesos de satisfacción de las necesidades humanas. Esto supone introducir elementos tales como el afecto, el cuidado y el establecimiento de vínculos sociales. Supone también revalorizar y reconocer la especificidad de los trabajos femeninos. Para explicar estos planteamientos, la economista Mies (2001) en su visión ecofeminista utiliza la metáfora de un iceberg, con una parte que aparece sobre el agua, que representa únicamente el capital y el trabajo asalariado, y, otra parte, bajo el nivel del agua, invisible, el trabajo doméstico gratuito de las mujeres. Se puede decir que todas las teorías tradicionales sobre nuestra economía solamente tienen en cuenta la cumbre del iceberg, limitándose a la venta de la fuerza de trabajo del adulto, generalmente masculino, por un salario. Además, en esta base invisible de la economía capitalista se cuenta también el trabajo de las pequeñas agricultoras y artesanas -que siguen cubriendo las necesidades de base locales- y los elementos naturales, hoy considerados como un bien gratuito, patentable y mercantil. De hecho, todo lo que se encuentra bajo tierra se ha convertido en un espacio a colonizar económicamente “por el hombre blanco occidental”, y aquí cobra importancia la agricultura ecológica a través de la producción de alimentos tradicionales en relación con el ecofeminismo y el feminismo que lucha por la opresión de los seres vivos no humanos.
Ilustración: Leticia Martinez @srtamar_tinez
A partir de estos planteamientos, la despoblación, el envejecimiento y el desequilibrio territorial constituyen uno de los problemas más relevantes de la sociedad aragonesa. Esto ha generado cierto desequilibrio entre las zonas urbanas, rurales e intermedias. En este sentido, la progresiva decadencia demográfica y económica de los núcleos rurales más pequeños viene motivados por el continuo trasvase de mano de obra desde las actividades agrícolas hacia el sector industrial y hacia el sector servicios de las áreas urbanas más cercanas. A esta situación ha contribuido de forma decisiva el éxodo de la mujer rural, ya que ha sido uno de los colectivos que más rápidamente se ha visto afectado por la emigración en busca de un empleo que no encontraban en su medio, sobre todo en el caso de las mujeres más jóvenes, además de buscar una mayor libertad en lo que se refiere a roles y estereotipos de género, siendo éstas las causas fundamentales de los bajos índices de feminidad, lo que repercute claramente en la dinámica demográfica, así queda expresado en el mapa expuesto a continuación.
Índice de feminidad. Fuente: IAEST
Dentro de este contexto sociodemográfico, se inscribe la discriminación en el mercado laboral aragonés. Las teorías sociosexuales estudian ciertas variables que son exteriores al mercado de trabajo y por tanto ignoradas en la economía clásica, es decir, el lugar subordinado que se asigna a la mujer en la sociedad y en la familia a través del trabajo reproductivo mientras que el varón se dedica al trabajo productivo. Estas teorías han analizado diferentes estereotipos de género que se visualizan en la segregación horizontal y vertical del empleo por sexos, dando como resultado una rueda de discriminación (ver infografía) que se propaga en los mercados, conjugando capitalismo y heteropatriarcado.
Rueda de discriminación.
Precisamente, hablamos de segregación horizontal en el trabajo cuando se refiere a las dificultades de las personas en acceder a determinadas profesiones. Se verifica en la predominancia de las mujeres hacia los sectores tradicionales feminizados y la dificultad de las mujeres para acceder a cargos generalmente estipulados como “masculinos”. Sumado a esto, también las mujeres son frecuentemente afectadas por la segregación vertical en el trabajo, o sea, las dificultades que tienen para poder desarrollarse profesionalmente. Esta última segregación viene dada en su gran mayoría por la utilización del tiempo, la entrada del capitalismo está relacionada con el tiempo flexible a la empresa, es decir, si le das más horas de tu tiempo, tienes más posibilidades de ascender y así obtener mayores beneficios para la organización. Pero las mujeres salimos y entramos del mercado laboral (intermitencia en el mercado laboral) con la necesidad de conciliar vida laboral y familiar, de ahí que seamos las que más trabajamos a tiempo parcial, en Aragón las cifras ascienden a un 60% de los contratos, por lo que no subimos de puesto o categoría en las mismas condiciones que los varones, encontrándonos con el denominado techo de cristal.
De esta manera, podemos decir que las políticas públicas dedicadas a la igualdad, son una mascará del patriarcado de consentimiento (Puleo,2006) en el que estamos inmersas, las cuales se traducen en “organiza mejor tu tiempo”, por lo tanto, no son feministas o transfeministas, ya que no se basan en la corresponsabilidad entre hombres y mujeres. Basta con citar un párrafo de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo para la Igualdad efectiva entre mujeres y hombres, para ver la opresión de la población femenina:
“con la finalidad de que no recaigan sobre los empresarios los costes sociales de estos permisos, lo que podría ocasionar consecuencias negativas en el acceso al empleo, especialmente a la población femenina”.
Si ahora descendemos al ámbito comarcal, por un lado, en casi todas las comarcas es mayor el número de hombres afiliados al régimen general las diferencias oscilan entre un 13 % y un 18%. También, la mayoría de las comarcas, al igual que en el conjunto de Aragón, presentaban economías terciarizadas, en donde las mujeres representan un gran porcentaje, pero la población masculina las supera en número. Sin embargo, cuatro comarcas, diferían: Matarraña/Matarranya, donde el mayor número de afiliados se registró en el sector primario, y Campo de Cariñena, Aranda y Ribera Alta del Ebro, donde predominaba el número de afiliados al sector industrial debido a la viticultura. Por lo tanto, puede decirse, que el servicio doméstico tradicional y las fabricas ya no significa, en muchos casos, la reserva de empleo para las mujeres rurales. Sí lo están los servicios comunitarios, sociales y personales, que han absorbido, durante los últimos diez años, a más de la mitad de las trabajadoras del sector
Sumado a esto, en las comarcas aragonesas son más los hombres que deciden abrir un negocio por cuenta propia. Las diferencias oscilan entre el 30% y el 40% respecto a la población femenina emprendedora autónoma en todas ellas. Llegadas a este punto, también el sector de los servicios está considerado como el sector “femenino” por naturaleza, de ahí también que la mayor proporción de negocios dirigidos por las mujeres de las distintas comarcas se establezcan en el sector. La opción de emprender, por lo tanto, también se caracteriza por un sesgo de género (ver gráficos).
Sectores de producción, Régimen General, Aragón, 2014 / Fuente: IAEST
Sectores de producción, Régimen Especial de Autónomos, Aragón. 2014 / Fuente: IAEST
De esta manera, en ambos régimen de afiliación, el empleo de las mujeres se identifica con una alta concentración en pocas actividades, ramas y categorías y debe reconocerse como una clara manifestación de la segmentación horizontal del empleo. También hay que considerar que las mujeres pueden insertarse de manera masiva a este sector como una respuesta a la construcción social de trabajo femenino, dado que las identidades construidas en el ambiente familiar se proyectan y refuerzan en la división sexual del trabajo, por ejemplo, actualmente juegan un rol determinante en el bienestar y desarrollo social la educación y la salud, todos ellos sectores situados en la parte oculta del iceberg. Por ello, es necesario, una economía feminista de la ruptura para establecer la coeducación y que lo hombres también trabajen en estas esferas y, así, poder llegar a verdaderas cuotas de corresponsabilidad. En este sentido, un nuevo sistema solo es posible si el eje de la organización social son las personas y no las necesidades del mercado laboral y del heteropatriarcado.
Desde esta mirada, las diferentes propuestas para el desarrollo rural deben estar basadas en aspectos tales como que se reconozca que el trabajo de enfermería aporta más a la sociedad que el trabajo de venta de seguros de vida, reconocer que el trabajo de enseñanza vale más que el trabajo de militar, que el trabajo agrícola vale más que el trabajo de construcción de centros comerciales, y que el trabajo de cuidados en la esfera doméstica contribuye más a la economía que el trabajo de servicios que realiza un banco capitalista, o que el arte y la cultura proporcionan a la humanidad más saberes que la bolsa. También, una economía feminista de la ruptura es una economía ecológica, toma en cuenta el bienestar del medio ambiente en la producción, reproducción, distribución, comunicación, comercialización y el consumo que realiza. Resumiendo, se trata de un desarrollo cultural desde dentro y desde abajo, que tiene mucho de innovador pero también mucho de recuperación de las mejores tradiciones aragonesas, como, por ejemplo, los nuevos negocios de las emprendedoras comarcales a través de la elaboración de productos tradicionales.
Parque Bruil, Zaragoza 2015
A partir de todo lo expuesto, la economía feminista de la ruptura nace como herramienta para fortalecer la cultura de los habitantes del medio rural y su patrimonio de conocimientos tradicionales, depositados en la experiencia de las mujeres, que son clave para la conservación de la biodiversidad, todos ellos, aspectos necesarios para frenar la despoblación, el envejecimiento y la masculinización del medio. Así, desde las políticas destinadas al desarrollo rural, como en su momento fueron los programas Leader, se debería construir una propuesta formativa a partir del conocimiento y la sabiduría de la población rural en general y de las mujeres en particular; no desde la homogenización que tiende a ver características comunes en la ruralidad y no necesidades especificas de las personas y de cada municipio concreto. Por lo tanto, las políticas públicas para el desarrollo local, no atienden a las necesidades y deseos de la población, es decir, no tienen en cuenta las deseidades en la ruralidad.
Finalmente, la historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido. En cambio, la reconstrucción de la historia muestra que las mujeres sólo han logrado conquistas sociales allí donde y cuando ha habido mujeres trabajando y protagonizando esas conquistas. Han sido las luchas de muchas mujeres, las que nos permiten hoy gozar de derechos que en un pasado muy próximo fueron negados.
Las ciudades y los pueblos están llenas de elementos -espacios, edificios, personas, calles y más- que, por norma general, se rompen constantemente y constantemente son rehabilitados, rehechos, recuperados. A veces ocurre, sin embargo, que cualquiera de ellos se descomponen y ni la ciudad ni quienes la habitan son capaces de pensar en cómo volver a hacerlos suyos. Bien, esto es lo que ha pasado con la antigua fundición Averly, en el barrio de Portillo de Zaragoza. Cerrada desde 2011, es uno de los ejemplos vivos de las “catedrales de una religión Industrial”, y también el epicentro de los movimientos especulativos de un sector en crisis, el de la construcción.
Los restos del naufragio
La ola del ladrillo que se vivió en Zaragoza desde 1996 llegó muy alto, se extendió por toda la ciudad y su resaca fue enorme. Los proyectos urbanísticos de toda índole surgían un poco por toda la ciudad, casi siempre con la perspectiva de alejar fábricas e industrias de las zonas de expansión urbana; fue un fenómeno que se repetía por todo Aragón, como en Harinas Porta de Huesca, o el conflictivo plan para la recalificación de las zonas industriales del Picarral zaragozano. Y también en Zaragoza, claro, llegaron la Expo 2008 y la Milla Digital.
Esa entrada en Zaragoza a través de la carretera de Logroño, antigua zona industrial, se convertiría en los primeros años del siglo XXI en el eje en que se acumulaban los nuevos hitos de la ciudad, como la estación Intermodal, Etopía o, siguiendo el eje de la Milla Digital, CaixaForum, mientras sus solares se vendían por sumas estratosféricas. El mejor ejemplo lo representa la parcela del cuartel de ferrocarriles (hoy desierto), que compraba en 2006 por 82 millones de euros el grupo Nozar (hoy quebrado).
Todo ello ocurría, además, en una zona bien provista de otros hitos arquitectónicos, como la Aljafería, el Pignatelli o la propia Averly. Los propietarios de esta última -familia Hauke-, cercada por la mala situación económica y el nonato túnel carretero de la AP-68, decidían en 2013 vender la histórica factoría a la constructora Brial-Neurbe. Empezaba en aquel momento la amenaza de la destrucción sobre un bien cultural al que la actividad productiva y el cuidado de sucesivas generaciones de trabajadores y propietarios había convertido en una de las manufacturas donde se había modelado la imagen de Zaragoza
En el almacén de modelos de Averly se acumulaban cientos de bienes protegidos a causa del valor patrimonial que condensan
Fundiendo paisaje
Pero Averly es tan solo una fábrica; es tan solo una villa en la que vivió una familia y aún vive Carmen Hauke. Solamente unas oficinas. Y sin embargo es mucho más. La actual ubicación de Averly sustituyó a las anteriores, que desde 1853 habían albergado la actividad de la fundición en la calle San Miguel. Levantada entre 1879 y 1880 en la Ronda de Campo Sepulcro por la proximidad a acequias y a la estación del ferrocarril.
Desde sus inicios compatibilizó las tres funciones de fábrica, residencia de los propietarios y oficinas de la compañía, algo que si en aquel entonces no era extraño, hoy la convierte en el único ejemplo de villa-factoría que queda en España. He aquí el primer motivo del carácter excepcional de Averly.
Además, de sus entrañas salieron miles de obras y elementos que constituyen parte de la memoria viva de Zaragoza y de Aragón. Desde el Monumento al Justuciazgo de la Plaza de Aragón -fundido en Averly según el modelo de Félix Navarro entre 1892 y 1894- a los chapiteles del Pilar, pasando por las farolas de la calle Alfonso o una gran cantidad fuentes y ornamentaciones por todo Aragón, son innumerables los hitos en la memoria colectiva y el paisaje creados en esta fundición. En este sentido, y esta sería la segunda característica, en Averly se conservaban los modelos que confirman buena parte de nuestros paisajes; estos modelos, protegidos legalmente, han sido evacuados de su entorno natural y son inaccesibles a día de hoy, en menoscabo de la legislación sobre patrimonio que los ampara.
Ese carácter de conjunto monumental en el que se preserva la memoria industrial es el que lleva defendiendo desde 1999 APUDEPA, cuando solicitaba que, en el marco del nuevo Plan General de Ordenación Urbana que se debatía en el ayuntamiento, se incluyera la protección integral de Averly como Bien de Interés Cultural, la máxima categoría contemplada legalmente. Se intuía entonces -12 años antes de que acabara su actividad productiva- lo que se ha hecho innegable ahora, y es que la parcela de la fábrica constituía un suculento trozo de pastel para las constructoras. Es en ese cruce de caminos entre el interés urbanístico y las potencialidades como lugar de memoria, donde reside la tercera causa de la relevancia de la factoría, ya que se alza como un engarce no solo con un patrimonio cultural, urbano, sino también con el recuerdo del trabajo industrial en una ciudad que, como Zaragoza, ha vivido una fuerte pérdida de empleo en este sector, especialmente desde el inicio de la crisis.
Éste es el espacio sobre el que se sitúa el conflicto; una disputa planteada en un principio solo en términos de preservación de patrimonio contra especulación urbanística. Como decíamos al principio, el año 2006, en plena burbuja inmobiliaria y fiebre de la EXPO y de otros grandes proyectos, veía como se aprobaba la construcción de un túnel carretero para la A-68 que implicaba la expropiación de parte de los terrenos de Averly, por la que la empresa recibiría 1,25 millones de euros a partir de 2012; sin embargo, el año siguiente llegó la crisis, y eso significó que Averly no recibiera ese dinero -por una obra, por otra parte, nunca acabada-, extremadamente necesario para una empresa que adeudaba salarios a sus trabajadores desde 2011. En esa pésima situación, la familia propietaria optaba por solicitar un préstamo a Bankia, para el cual ofrecía como avales los terrenos de la factoría. Acosada por las deudas, la compañía optaba por deshacerse de unas instalaciones hipotecadas y sin uso, y venderlas, en enero de 2013, a la constructora Brial.
El hecho es que si Averly no hubiera tenido deudas la administración hubiera podido abonar en su momento el montante por la expropiación aparejada a las obras de la A-68; entonces Averly no tendría que haber puesto como aval para un préstamo sus terrenos, y tal vez no hubiera sido necesaria la venta a Brial para satisfacer sus obligaciones. Pero no ocurrió así, sino que tuvieron que vender sus terrenos para que, finalmente, en marzo de 2014 Zaragoza Alta Velocidad (empresa pública) abonara los 1,25 millones de euros a la compañía. Entretanto, Brial, ya dueña de los terrenos de Paseo María Agustín, aceleraba el proceso para derribar Averly.
Averly constituye un elemento central de la memoria industrial de Zaragoza; en la imagen obreros trabajando en el taller de carpintería de la fundición.
Historia de dos ciudades
Desde el cese de actividad en Averly y el proceso de compra por parte de Brial, no obstante, se había reavivado la oposición a una posible demolición. Desde el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH), APUDEPA e Hispania Nostra se retomaban las acciones legales para impedir la edificación, mientras que la primera solicitaba a la DGA en abril del 2013 la protección de Averly bajo alguna de las figuras del Patrimonio Cultural aragonés. Esos mismos días nacía la Plataforma Salvemos Averly, que integrada por los citados colectivos y otros (partidos, asociaciones de vecinos y más) daría un impulso social y de calle a la lucha por la vieja fundición.
A partir de entonces arrancaba un proceso tortuoso, lleno de recovecos legales, informes ocultos, amenazas veladas y decisiones en el límite -o más allá- de la legalidad. A tal punto que la antigua propietaria, que habita en precario dentro de la parte residencial desde la venta, denunció a lo largo del 2014 en diversas ocasiones “acoso, coacciones y allanamiento” por parte de la constructora.
En cualquier caso, la movilización social consiguió que la DGA diese marcha atrás en su decisión inicial de no proteger el inmueble y, de este modo, se logra en diciembre de 2013 que al menos la parte “noble” (oficinas, talleres antiguos y jardín) quedasen catalogados, lo cual constituye apenas una tercera parte del recinto, mientras que la mayor parte de los bienes muebles, como maquinaria o moldes, quedan fuera de la protección.
Con esta decisión del Gobierno de Aragón quedaba cerrada, por el momento, la posibilidad de proteger Averly desde el ámbito autonómico. Por consiguiente, parar la ruina de Averly se convertía desde enero de 2014 en una lucha municipal y judicial, mediante el recurso ante los tribunales Superior de Justicia de Aragón (TSJA), y el Supremo. Para cubrir esta línea de conflicto, APUDEPA solicitaba en enero de 2014 que se anulara la orden contraria a declarar Averly Bien de Interés Cultural. Sin embargo, el TSJA fijaba (abril del 2014) en un millón de euros el importe de la fianza para aplicar medidas cautelares contra el derribo.
En otro frente, dentro del Ayuntamiento “Salvemos Averly” pediría ante el consistorio la paralización de un posible derribo y la protección legal como Monumento de Interés Local. A pesar del apoyo por parte del movimiento conservacionista (avalado por miles de firmas, incluidas las de doscientas personas del mundo de la cultura), de la Real Academia de Ingeniería o del Departamento de Historia del Arte la Universidad de Zaragoza, el Ayuntamiento se iba a negar a aceptar ambas peticiones. La amenaza solo se detendría, aunque fuera de manera temporal, en julio de 2014, cuando la Fiscalía solicitaba con buen criterio que no se concediera la licencia de derribo al menos hasta que se resolviera el proceso judicial, para no dar lugar a daños irreparables, y ese es el punto en el que se encuentra el proceso judicial actualmente.
Por contra, en el plano urbanístico, el consistorio autorizaba en septiembre de 2014 una cuestionable -cuando menos- modificación del Plan Especial del área propuesta por la constructora; en ella, la edificabilidad de la zona pasaba de este modo de siete a dieciséis alturas, para un total de 200 pisos; en un nuevo movimiento de despacho, Brial proponía un mes más tarde desentenderse de las 40 viviendas protegidas que habían quedado reflejadas en el nuevo plan especial a cambio de ceder las naves protegidas a la administración para que fuera ésta la que se encargara de poner en marcha un Museo de la Industria. Es decir, aumentaba, de nuevo, sus beneficios y se desembarazaba de los bienes culturales protegidos que, en tanto que propietarios, tienen la obligación de proteger. Si alguien quería comprender esta jugadas, tenía -y tiene- que dirigir su mirada a los insistentes rumores de connivencias entre Brial y los partidos políticos, especialmente el PSOE zaragozano en el gobierno municipal.
… y alrededores
Hay que entender, como señalábamos al inicio, que Averly forma parte de un campo de intereses mucho más amplio. Siguiendo hacia la Avenida de Madrid por Paseo María Agustín, apenas a 200 metros nos encontramos con el edificio del Café Madrid (ver mapa). Pero la cuestión no se centra en casos concretos o parcelas particulares. Desde CaixaForum hasta el Centro Comercial Augusta, eso 2’5 kilómetros fueron la gran esperanza blanca del crecimiento urbanístico de alto standing durante los años de la burbuja. A ambos lados de las avenidas de Madrid y Navarra se acumulaban, tal y como hemos explicado, algunas de las inversiones más delirantes de aquellos años, tanto en manos públicas (con Zaragoza Alta Velocidad) como privadas. Era esa época en que el Ayuntamiento se podía permitir soñar que las reservas de suelo y las plusvalías que generara la Milla Digital permitirían crear un barrio “domótico e inteligente” con rascacielos, más de 4.000 viviendas y un cluster de empresas tecnológicas. El sueño, como es sabido, se esfumó, y de él quedan solares vacíos para casi 3.500 viviendas, el centro Etopía y poco más para hilvanar el relato de un proyecto fallido. Y, por supuesto, 360 millones de euros de deuda pública de Zaragoza Alta Velocidad contraída con distintos bancos.
Zaragoza con otros ojos
Uno de los pocos efectos de la crisis que se ha hecho sentir en positivo ha consistido, haciendo de la necesidad virtud, en replantear una serie consensos que durante mucho tiempo se habían dado por sentado. El primero, el cuestionamiento de la necesidad inagotable de crecimiento urbanístico, y tras él, en cascada, la revisión de los modelos de ciudad, del derecho a disfrutarla, la puesta en cuestión de esa ecuación perversa entre servicios y equipamientos municipales, construcción y desarrollo económico y, por último, cambiar el papel que se le da a la cultura y al conocimiento (de subsidiario a protagonista) en nuestra manera de crear nuestras metrópolis.
Desde luego, la crisis, llena de solares, derribos y desahucios, nos ha hecho repensar nuestros entornos, urbanos y rurales, y el conflicto de Averly, en la medida en que se desarrolla en medio de la ciudad, no podría ser menos. De hecho, el 20 de junio de 2014 la Plataforma Salvemos Averly presentaba a las puertas de la fundición el proyecto que, coordinado por APUDEPA y con una amplia participación de expertos, ofrecía una opción de futuro para el complejo acorde con su carácter de patrimonio cultural.
A lo largo de más de 100 páginas el documento “Fundación Averly” exponía como, con el concurso de la administración, entidades como las fundaciones Basilio Paraíso y Confederación de Empresarios de Zaragoza, asociaciones y colectivos vecinales, se podía alcanzar un modelo de gestión que respetara íntegramente el espacio y le otorgara una función social y económica en el entorno. Desde un semillero para eco-emprendedores a un Museo Industrial de Zaragoza, Averly se presta a múltiples usos que se completarían, además, con la prestación de espacios para equipamientos de proximidad justamente en la intersección de unos barrios que se distinguen por su ausencia.
Para gestionar este nuevo centro de actividad social y cultural, el proyecto prevé un modelo de gestión colectiva inspirado en otros modelos como el de la Tabacalera de Madrid o, bajo un punto de vista distinto, al que aspira el Centro Social Comunitario Luís Buñuel de Zaragoza (ver p. 16). Bajo este modelo, la titularidad previa compra del recinto recaería en la administración -DGA-, mientras que la gestión sería responsabilidad a partes iguales de ésta, de la Unión de Asociaciones impulsora del centro “Fundación Averly” y de la propia empresa, que actuaría como garante del patrimonio material e inmaterial que reside en la fábrica. El principal escollo, no obstante, para poner en marcha este plan se sitúa en la posición de enroque de la constructora Brial, la cual esgrime el coste ya asumido y el lucro cesante como principales argumentos contra esta solución. El proyecto, por su parte, refleja esta circunstancia y así propone la compensación a Brial-Neurbe por la cantidad ya abonada a Averly S.A. (2,5 millones de euros), o la expropiación forzosa por su utilidad pública y el riesgo de destrucción de patrimonio industrial mediante justiprecio.
En cualquier caso, todo el proceso de proteger y dar rentabilidad social y económica a uno de los iconos más importantes del patrimonio industrial de todo el Estado pasa, necesariamente, por un cambio profundo en las políticas públicas sobre patrimonio y urbanismo. Salvar Averly implica, a día de hoy, que tanto Ayuntamiento como DGA protejan íntegramente la vetusta villa-factoría como se merece, mediante los recursos técnicos a su alcance (con la declaración de Monumento de Interés Local o de Bien de Interés Cultural); pero, previo a cualquier otra consideración, las instituciones públicas han de decidir cuál es su función: custodios de los intereses especulativos de las constructoras o, por el contrario, herramientas para velar por los intereses de la ciudadanía, por su derecho a la ciudad y por sus bienes comunes y su cultura.
Entrevista con Carlos Bitrián de APUDEPA
¿Cómo ha modelado Averly la imagen de Zaragoza y Aragón?
Averly ha influido en la construcción del paisaje de Zaragoza y de Aragón de dos maneras. De manera directa mediante la creación de alguno de los elementos urbanos más reconocibles de la ciudad, como la estatua de Juan de Lanuza en el monumento al Justiciazgo o la figura de la samaritana en la fuente de la plaza del Justicia (antes en la de la Seo). Además de ser la matriz de muchos elementos del mobiliario urbano, como bancos, fuentes o farolas. El vaso de la fuente del viejo Belchite, único elemento del espacio público que ha resistido en lugar tan especial, es de Averly. La emblemática fuente de la mora de Cariñena, también. Pero tal vez Averly haya influido más de manera indirecta. Averly ha sido uno de los elementos principales del proceso industrializador en Zaragoza y Aragón, por ser una empresa de fabricación de bienes de equipo, necesarios para el funcionamiento del resto de industrias. Por tanto fue uno de los centros de conocimiento tecnológico que permitió avanzar en el proceso industrializador. La imagen contemporánea es en buena parte fruto de ese proceso, por lo que la influencia de Averly (que supera el ámbito aragonés, por cierto) es muy destacable.
En el proceso legal de defensa de Averly, ¿en qué sentido ha destacado el papel de las administraciones?
El caso de Averly es para nosotros paradigmático del conjunto de malas prácticas que habitan en las instituciones tomadas por el poder económico. Es tan extenso el capítulo de irregularidades, mezquindades y abusos que se han cometido que tal vez un día se estudie pormenorizadamente lo sucedido. En general en las instituciones no existe la transparencia “natural”. La transparencia la tiene que ganar el ciudadano picando la roca de la administración con cada golpecito de pico. No es fácil conseguir la documentación. A veces porque directamente la ocultan (en los casos más graves) y otras veces porque utilizan mecanismos más sutiles, pero también efectivos, que van desde la actitud personal al ambiente en los centros oficiales. Y en todo caso hacer un seguimiento requiere siempre de mucho tiempo. Por supuesto, ellos saben todo esto. Por otra parte, es una grave amenaza democrática que el parecer técnico esté secuestrado (como generalmente lo está) por unos gestores que, a su vez, están tomados por el poder económico. Y si es demasiado evidente que los vecinos tienen razón, la administración juega al frontón. En su muro rebotan todos y cada uno de los razonamientos, sin tener ni siquiera que contestar decentemente al ciudadano. También se apoyan en que el acceso a la justicia es un lujo en este país, desde el punto de vista económico, y por el esfuerzo que representa. Uno acaba concluyendo que la administración no sirve al ciudadano. Por lo demás, yo animo a todo el mundo a que una vez en su vida haga el seguimiento de un expediente urbanístico. Y si acude al pleno municipal y obtiene las excusas de rigor del concejal correspondiente, la experiencia será completa. Aprenderá de qué increíble manera le van construyendo su ciudad.
Infografía
Galería de imágenes
Obreros trabajando
Averly industrial
En el almacén de modelos de Averly se acumulaban cientos de bienes protegidos a causa del valor patrimonial que condensan
“Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura.
Cada ciudad puede ser otra cuando el amor pinta los muros”
Mario Benedetti
Uno de los espacios recuperados en el CSC Luis Buñuel
La suma de mil calles no forma una ciudad, tampoco un barrio. Pero la suma de su gente, de su tejido social, de sus actividades, sí. En el casco viejo de Zaragoza, a orillas del río Ebro, el antiguo Instituto Luis Buñuel dormía el mortífero sueño de la administración que lo había cerrado en el año 2005, condenándolo al deterioro que conlleva el abandono de los edificios. Y así fue hasta que en 2012 un grupo de personas, pertenecientes a diversos colectivos del barrio, llenas de iniciativas y proyectos, pero sin espacio físico para desarrollarlas, decidieron que el antiguo y olvidado instituto era el lugar perfecto para poner en marcha toda su fábrica de ideas y actividades, es decir, decidieron devolver a la vida el edificio. Y lo hicieron de la mejor forma posible, a través de un proyecto colectivo de transformación social, de participación y de trabajo comunitario. Construir desde abajo y en colectivo, generando ilusión en la gente del barrio.
Asamblea del centro social
Poco a poco, mientras el país se sumía en una crisis ética y política, donde cada día un nuevo caso de corrupción nos sacudía, la gente del centro social comunitario Luis Buñuel, con su trabajo voluntario pero con resultados profesionales, volvía a llenar de palabras, música, plantas, ritmos, cultura y color las aulas y su espléndido patio. ¿Puede haber algo más valioso y elogiable para una ciudad y para un barrio que el trabajo que se realiza en el CSC Luis Buñuel? Porque devolver la vida a un edificio abandonado y convertirlo en lo que hoy es este centro es incentivar la vida del casco histórico, es darle valor, darle la atención que necesita. Y sobre todo es apostar por su gente, por su potencial creativo, por su derecho a desarrollarse libremente.
Y para muestra, algunas de las actividades que el centro ha realizado, más de un total de cuarenta, además de siete de carácter permanente: Actividades educativo-formativas. Taller de radio comunitaria. Montaje de ordenadores reciclados. Cine y ecología. Espacio de silencio. Huerto comunitario. Actividades socio-participativas. Espacio para asociaciones. Espacio de crianza. Observatorio de derechos humanos. Centro de gestión de conflictos y relaciones personales. Promoción del autoempleo. Actividades culturales, deportivas y lúdicas. Teleclub. Espacio deportivo. Actividades y espectáculos al aire libre. Lectura de poemas. Mercado de trueque, charlas sobre la moneda social “Ebro”, promoción de los mercados de trueque. Clases de salsa e iniciación a la bachata. Teatro. Laboratorio de Clown, ritmos de Resistencia, grupo de teatro de mujeres y el inicio de la cafeta y ludoteca como lugar de encuentro, de reuniones y de espacio de ocio alternativo.
Hasta que surgió el Centro Social Comunitario Luis Buñuel, el antiguo instituto era, parafraseando a Luis Cernuda, un lugar donde habitaba el olvido. Ahora es todo lo contrario, el centro es un valor en alza que puja en el mercado de la imaginación. Porque ese es uno de los mayores tesoros de este centro, la imaginación frente al olvido, frente a la nada. El pasado 27 de enero, el ayuntamiento dio luz verde a la adjudicación de las obras de adecuación del Luis Buñuel. La rehabilitación está en marcha. Ahora el siguiente paso es hacer efectiva su cesión y recordar que la gente que un día decidió ocupar un edificio varado para ponerlo en pie ha conseguido, entre otras cosas, que Zaragoza forme parte de la red de ciudades europeas que dinamizan los barrios a través de proyectos sociales.Una alternativa a la cultura enlatada a la que nos tiene acostumbrados la administración.
Porque la suma de mil calles no forma una ciudad ni un barrio. Pero la suma de las actividades de un centro social comunitario como el Luis Buñuel sí suma mil barrios, mil ciudades y todos con un denominador común: enseñar y aprender, vivir y crecer desde la igualdad con un decorado perfecto, cultura para todos y todas.